Es notable la pregnancia presente en ciertos ámbitos -estábamos por decir intelectuales, pero, para ser rigurosos, optamos por decir “universitarios”- respecto a la idea de que las cosas “son”, y no podrían ser de otra manera. Jorge Alemán, psicoanalista argentino, plantea algo que en otras épocas hubiera sido una verdad de perogrullo o claramente un apartado tácito en cualquier “paper” universitario (que no siempre existieron): dice que “ninguna realidad por más consistente y hegemónica que se presente, debe ser considerada como definitiva, como por ejemplo el capitalismo”.
Diremos “capitalismos”, para que no cometer el error de consumir el formato de la crítica establecida que viene de otros lares (tecno-ciencia, Gadgets…) y reproducirla universalmente como sucedió en el Congreso de “Psicología” en Salta el año pasado, provincia que incorporó una Cerámica en los últimos años como única industria, y que suma un conjunto de modalidades de lazo que serían un modo virtuoso de relacionarse en la época de la inquisición. Si Güemes lo viera…
Ahora bien, ¿cuánto tiempo llevamos leyendo análisis que trabajan la tensión entre política y psicoanálisis, por ejemplo, desde una visión del Estado, una visión de la política, considerada como definitiva? (preguntarnos por una visión del psicoanálisis considerada como definitiva ya sería abrir otro debate).
Esto que señalamos, acerca de lo que “las cosas son”, tiene otro costado bastante común en la coyuntura actual, que se expresa a la hora de considerar la experiencia del 2001 y susconsecuencias…
Desde algunos sectores de la Universidad, surge un modo de razonamiento: toda la experiencia que se abre a partir de la “carambola” (término nuestro) del 2003, está determinada (por no decir escrita) por el 2001. Desde esta lógica, hay alguien que quiere recomponer el “sistema capitalista” (sic) y un pueblo que “arranca” conquistas, o sino, se trata de un oportunismo necesario para construir un marco de alianzas favorable a la recomposición del sistema que había sido amenazado en aquél “diciembre trágico” -al menos recordemos las victimas, la represión feroz en las barriadas, no todo es idealización favorable para la escritura de papers o folletos universitarios.
Así, todo lo que pueda evaluarse como positivo, el gobierno nacional lo ha hecho “a pesar” de sus convicciones. Es decir, en clave de lo que se suele caratular de “concesiones”.
Pero López Murphy, quién casi llega a superar a Néstor Kirchner, ¿no es/era, también, acaso un hijo del 2001? ¿Como explicar que el economista delaruista que durara 4 días como ministro, siendo expulsado principalmente por la clase media que vió en el ajustazo la amenaza a uno de sus bienes simbólicos -la Universidad-, fuera meses después casi un candidato puesto con votos de la clase media y alta?
Macri, ¿no es acaso un hijo del 2001? Por supuesto, hijo de los 90, hijo del 76… Pero, ¿no responde en ese momento al “que se vayan todos”… los políticos? ¿No es acaso el empresario-promesa de tecnócrata exitoso, que en lugar de “influir”, de ser artífices de la política económica (los Born en los 90) desde el poder en las sombras, vio margen para “dar la/una cara”?
La pregunta que nos hacemos es un poco obvia, si López Murphy se hubiera impuesto en el balotaje, ¿qué sería de nuestro presente y nuestro horizonte?… Si Reutemann hubiera aceptado…
No hay necesariedad en la historia. Existen determinaciones, como así también lo contingente. Y así, una relación entre el político y el pueblo que no es sencilla, donde el juego de sentidos no es único, no permanece idéntico en el tiempo, y donde el político que abre una escena, no necesariamente puede conducir ni contener o controlar los efectos de esa escena.
Además, a veces suele olvidarse que entre el 2001 y el 2003, existió el 2002. El año que con la megadevaluación y pesificación marcó el record del mayor proceso de licuación de pasivos registrado en la historia del país, la generalización de la pobreza y la indigencia con una intensidad y ritmo sin antecedentes (del 30% de pobreza y 10% de indigencia con Caballo, al 54,3% de pobreza y 30% de indigencia en el primer semestre de Duhalde). (La devaluación, efectos sociales persistentes tras la salida de la convertibilidad. A.López)
Lo que se conoce como kirchnerismo merece algunas preguntas más, o en todo caso otras certezas. Nicolás Casullo, dejó una nota en el Página 12 en el año 2002 sobre Néstor (http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-156842-2010-11-14.html), la nota es impresionante leída 10 años después:
Citamos un fragmento:
“En esa temeraria pelea está inscripto hoy el santacruceño. Según muchos, Kirchner asume la responsabilidad de una pieza semiarqueológica: los militantes peronistas “setenteros”, ahora cincuentones, quienes viven la biografía del movimiento del ’45 como sentados en una estación abandonada y ventosa muy al sur del país por donde volver a pasar, aunque todavía no se note, ni se crea, ni se oiga, aquel verdadero tren de la historia que algún día podrá llenar de humo purificador la patria.
Sentados en el andén vacío y destartalado, como a una hora señalada, los del grupo toman mate, hacen muñequitos de madera con las navajas, parrillan corderitos en la estación sin nadie, miran de soslayo por si se acerca alguien, y achican los ojos cada tanto con las manos de visera en pos de un imaginario punto negro, lejano, que se vaya agrandando sobre las vías con su silbato anunciador. La cuestión es no dar demasiados datos de esa espera. Por eso Kirchner habla rápido, a veces medio desprolijo, o deambula confusamente entre cámaras de noticiero tratando de coincidir con la memoria de los mártires, con el subsuelo del tercer cordón ex industrial, o con una histérica cacerolera de Belgrano R. Porque en realidad está diciendo algo difícil, complejo, discutible, pero a lo mejor por eso profundamente cierto en cuanto a por cuál sendero se sale realmente de este entuerto, donde el país se desbarranca por la ladera, perdida toda idea de sí mismo, toda imagen nacional.
En ese maltrecho peronismo que vendió todas las almas por depósitos bancarios, Kirchner es otra cosa: insiste en dar cuenta de que ésta no fue toda la historia. Que hay una última narración escondida en los mares del sur”.
Subrayamos: “insiste en dar cuenta de que ésta no fue toda la historia". Hay, al menos, una última narración escondida en los mares del sur.
Continuará…