Psicoanálisis
y Salud Pública- Seminario
Primer encuentro
Alicia Álvarez: Gracias. En principio
como, dijo Mariel, fue algo que fue surgiendo como una inquietud y apareció así
la idea de intentar trasmitir algo de lo que pensamos, de lo que pienso, pero
justamente en un trabajo, en un armado colectivo, porque precisamente en este
tiempo veníamos desarrollando un trabajo con los compañeros acá presentes, que
son Jennifer Puszkin, Mónica González, Marcelo Frazzetto y Cristian Maza, con
quienes nos conocemos desde hace mucho pero sobre todo hemos compartido muchas
experiencias en el campo de la salud pública. De hecho los cuatro están
trabajando en salud pública. Yo ya no estoy trabajando más desde hace algunos
años por razones que después si vienen al caso comentaré. Ya que son razones
discursivas puede ser que las comentemos. Pero me parece que tenemos que
empezar un poco más atrás, por otros lugares.
Quiero decir que nuestra idea no es
contarles la experiencia nada más. Porque mi idea es que siempre hay alguien
que cuenta la experiencia o alguien que habla del psicoanálisis pero acerca de
la articulación entre el psicoanálisis y las instituciones públicas es poco lo
que hay y poco lo que se transmite. No digo cero, pero es poco y a eso después
nos vamos a referir. Inclusive Marcelo lo ha estado investigando en las
publicaciones y demás. Por otro lado nosotros lo sabemos porque estamos en eso.
Entonces, la idea es desde esta práctica
que nosotros sostenemos -en mi caso en pasado- pero que los compañeros
sostienen y que yo he venido sosteniendo, poder establecer algún grado de
formalización de esas prácticas y transmitirlo. Porque suele ocurrir como digo que
quede el relato como algo anecdótico y por otro lado en la facultad y en
distintas otras instituciones, hay mucha transmisión de cosas interesantes de
psicoanálisis y demás pero no se articula todo este bagaje importante de
conocimiento con el trabajo en lo público. Y si bien, como dice Mariel, no
necesariamente todo el mundo va a tener interés o va a ir a trabajar a lo
público, es posible que muchos vayan a trabajar a lo público porque es una de
las posibilidades de trabajo más inmediata - mas allá de que les guste o no les
guste. Yo les voy a contar en todo caso también porqué a mí me gusta, pero no
es obligatorio. No me parece que haya que hacer una cruzada, pero sí que si uno
va a trabajar en lo público y además le interesa el psicoanálisis, bueno… hay
dos o tres preguntitas que hay que hacerse, porque no va de suyo que todo
encaje tan perfectamente.
Bueno, en principio, como les decía,
nosotros elegimos este título que justamente hace a que no hay un matrimonio
armonioso entre la salud pública y el psicoanálisis -bueno, esto si es que hay
matrimonios armoniosos. Pero no es que encajen perfectamente, porque además se
trata de dos cuestiones diferentes. Entonces yo empezaría un poco por ahí.
Quiero decir, la salud mental es una noción muy amplia, además no hay una sola
idea de la salud mental. Yo estaba revisando entre una serie de cosas que tenía
en archivos, un documento de cuando yo trabajada en salud mental y bueno, yo
ponía ahí: “definimos a la salud mental como campo problemático y paradojal en
el que se practican distintos discursos e intentan intervenir allí donde un
sujeto sufre”. Bueno, como se dan cuenta tiene un cierto grado de vaguedad esta
definición porque no se puede decir que la salud mental sea, sino que hay una
vieja idea de la salud mental que proviene de la psiquiatría. Entonces,
evidentemente hemos avanzado en este sentido y se ha ido ampliando la idea de
que salud mental implica muchas otras cuestiones que no son sólo las
intervenciones psiquiátricas, o los manicomios, o las internaciones psiquiátricas,
o los medicamentos, etc. Es por eso que intervienen distintas disciplinas, como
puede ser la medicina, la enfermería, el trabajo social. Bueno, yo digo
disciplinas, pero epistemológicamente habría que revisarlo un poco. La
psicología, el derecho, pero en definitiva una serie de disciplinas y
diferentes discursos. Porque nosotros decimos medicina pero dentro de la
medicina hay diferentes posicionamientos. Dentro de la psiquiatría por supuesto
y también dentro de la psiquiatría y de la psicología, que son con los títulos
que alguien se pone a trabajar muchas veces en el campo de la salud mental. Hay
gente que está formada en el psicoanálisis, hay gente que está formada en la
corriente sistémica o en otras corrientes diferentes. Así que como ustedes ven,
no se puede hablar unívocamente de la salud mental como se podría hacer quizás
con una disciplina o con un determinado discurso, es una confluencia que a
veces resulta en discursos que se contraponen, que a veces se pueden articular,
que otras veces entran a converger y pueden también entrar en colisión.
Todo eso pasa en el campo de la salud
mental y en este sentido además es un campo muy amplio porque se ocupa de algo
que tiene que ver con el sufrimiento de un sujeto, con el sufrimiento en términos
de sufrimiento psíquico. Lo digo de una manera lo más amplia posible, pero
también el campo de la salud mental concierne a elaborar estrategias para
acoger este tipo de demandas, elaborar políticas, crear instituciones, crear
dispositivos y atender a los que tienen esos problemas. Por lo tanto, como
ustedes se dan cuenta, en lo que yo voy enumerando está claro que hay una
dimensión del campo de la salud mental que es necesariamente política. No es
que esa dimensión esté ausente en otros campos, pero es muy claro que en el
campo de la salud mental hay una dimensión política y todo lo que ustedes
estarán escuchando muchas veces de por ejemplo lo que son los programas o los
proyectos de desmanicomialización y distintas formas de organizar los sistemas sanitarios
en salud mental, como puede haber sido la política de sector en un momento en
Francia o distintas modalidades, eso habla de política, en el sentido de no una
política de un partido político sino de una política respecto de cómo resolver
estas cuestiones, de cómo organizar estas cuestiones. Entonces ésta es una de
las dimensiones del asunto, y por otro lado, ustedes se dan cuenta de que por
ejemplo escuchan muchas veces hablar de que en la salud mental una de las
cuestiones políticas que nos interesan a todos en general es el cuidado de los
derechos de las personas que tienen padecimientos mentales. Ustedes se habrán
enterado por ejemplo del problema que hay en el Borda. Ahora lo último de hoy
es que lo han intervenido. Pero el tema es que estaban sin gas, no había agua
caliente, la comida fría, todo esto hace como dos años. No es sólo eso, eso es
un aspecto muy importante, pero también está el de los derechos de las personas
con sufrimiento mental, que implican que no sean privadas de sus libertades.
Porque el encierro manicomial muchas veces implica privar de libertades o
privar de usufructo de sus bienes, es decir, hay muchos lados que tienen que
ver sobre todo con el aspecto de encierro y de restricción de libertades que
proviene de una cierta tradición psiquiátrica, pero también hay muchas otras
cuestiones que atañen a los derechos de los ciudadanos como puede ser por
ejemplo el derecho a tener una atención, a ser atendido porque tiene un
problema. No siempre el estado está en condiciones de garantizar eso. Entonces
muchas veces es un tema el cómo se hace, cómo se arman los dispositivos para
alojar las demandas.
Bueno, de todo eso nos vamos a ir
ocupando, de lo que podamos, porque todo eso es lo que nosotros transitamos en
esta práctica. Podemos tener el anhelo de atender a todo, pero después se nos
presenta el problema de que no podemos porque no nos alcanzan los recursos. Y
cómo se puede priorizar, porque esto es un problema ético. No podemos decir “a
este lo atiendo y a este no”. Eso trae muchos problemas, pero lo que yo quiero
mostrar con esta breve introducción es cómo el campo de salud mental es un
campo problemático, paradójico, que abarca distintas cuestiones, que no se
puede unificar en el sentido de ubicarlo epistémicamente en tal lado. Lo cual
puede ser un problema y también puede ser la oportunidad de un dialogo. O sea
puede tener su lado fecundo como muchas veces de poder hacer de eso algo
interesante.
Me parece que cuando nosotros nos metemos en el territorio de la
salud pública -cuando digo nosotros me refiero a los analistas- nos metemos en
un territorio que no tiene las reglas de juego del nuestro, por así decir. Uno
debe pensar que si lo hace debe ser por alguna razón. Puede haber una razón muy
simple que es que uno consigue un empleo allí, pero eso no es la parte que yo
voy a considerar, porque por empleo puede acomodarse a hacer lo que la
institución le indique. La idea es si uno desde el psicoanálisis puede
realizar, sostener una práctica en este campo con todas las incongruencias,
rispideces, acercamientos y alejamientos que puede haber. Es decir que,
sabiendo que no hay una sintonía, siempre hay un poco de ruido que
efectivamente los analistas, yo creo que si estamos ahí es porque nos interesa,
porque generalmente no nos quieren ni ver ahí, porque planteamos una lógica de
trabajo que muchas veces entra en cierta colisión con la lógica institucional.
Pero es así, es como dice el chiste: “¿Qué es lo que hace un analista? Se
sienta atrás tuyo esperando que te equivoques” Bueno, es así, si la política
del psicoanálisis es la política del síntoma evidentemente es la política de
los que no anda y obviamente el discurso de la institución, y tiene que ser
así, no lo estoy criticando, es que la cosa ande, o sea, que la cosa funcione.
Es lógico que en toda institución, ésta también, es que la cosa funcione,
porque sino estamos en peores problemas. Ahora frente a ese discurso, o en
relación a ese discurso o en el terreno de ese discurso puede haber momentos de
giros, puede haber momentos donde algo haga síntoma y en esos momentos es donde
nosotros vamos atrás a pescarlo.
Entonces, cómo ingresa el psicoanálisis
en ésta lógica -que no sea por otro lado la lógica de está todo mal y nosotros
tenemos la verdad revelada del psicoanálisis. Hay una larga historia -nefasta,
improductiva, estéril- de pelea entre los psicólogos y los médicos. Y hablando
del “modelo médico hegemónico”, por favor… ¡basta! Yo creo que además ese
modelo ha cambiado en muchos lugares -sobre todo en la salud pública- y nos encontramos
frente a otras contradicciones discursivas que no son mejores pero que son
diferentes. Tenemos que saber cuál es el discurso que circula en la institución
para poder trabajar en los intersticios de ese discurso o haciendo pequeños
giros en ese discurso. No confrontando, porque eso solamente conduce a la
cuestión imaginaria “ellos o nosotros”. Eso no sirve para nada, no le sirve al
paciente, no nos sirve a nosotros. Además lamento decepcionarlos pero es una
batalla perdida, porque ganan siempre ellos, está clarísimo, es lo lógico, Es
como cuando… ¿alguno de acá ha hecho alguna materia conmigo? Porque nosotros a
veces trabajamos un texto… es como cuando Lacan habla del “triunfo de la
religión”. Entonces él dice: es lógico que la religión triunfe, si tiene una
respuesta para todo y nosotros estamos ahí machacando con el síntoma.
Entonces, no nos tenemos que equivocar en
el sentido de ir a confrontar, porque no se trata de confrontar, sino de hacer
algunos giros, de recibir alguna cuestión de otra manera, es decir, que además
de la política de la institución -y también, ya me voy a referir a esto, el
psicoanálisis conlleva una política- tenemos que ver la otra cuestión que está
en juego en el campo de la salud mental, que es la clínica. Porque lamentablemente,
por lo menos en mi opinión, cuanto más se lo corre al psicoanálisis de la salud
mental y cuanto más se enfatiza el aspecto político necesario pero que no es
excluyente, se vacía el campo de la salud mental de la clínica. Y yo los invito
a que ustedes conozcan lo que han sido algunos programas de
desmanicomialización que se han hecho inclusive en nuestro país -como por
ejemplo en Río Negro, en San Juan- que en muchos casos han conducido a un
abandono absoluto de la clínica, con el correlativo incremento del suministro
de psicofármacos. Si yo tengo un paciente psiquiátrico, por ejemplo, o con un
sufrimiento importante y no hago tratamiento, solamente procuro su bienestar
social, es decir, que consiga el pase de colectivo, que no esté internado, que
en su casa tenga una habitación, con lo cual me parece absolutamente válido,
pero no hago ningún tratamiento clínico, eso conlleva muchas veces la necesidad
de aumentar la medicación. Porque
sabemos, por ejemplo, que alguien que atraviesa una psicosis no porque tenga
una casa más cómoda va a estar mejor. Respecto de la clínica en las
experiencias, como decía, en alguna de estas provincias ha ocurrido que
específicamente se ha limitado hasta el máximo posible la presencia de colegas
trabajando en atención de pacientes. Entonces se restringe la atención a cierto
control de lo que es el aspecto del medicamento y cierto control de las
condiciones socio-sanitarias.
Público: ¿Con las políticas de prevención
y promoción?
A. Á.: Sí, pero tratándose ya de
pacientes, y esto ustedes pueden averiguar, la cantidad de sobredosis que se
han registrado por ejemplo de pacientes que eran del hospital de El Bolsón y de
algunos otros lugares. Después también por otro lado hay otras políticas que me
parece que tienen que ver con ciertas políticas sanitarias actuales que tienen
su lado interesante pero que también tienen algunos aspectos que nosotros
tendríamos que considerar respecto de la unificación de las prácticas en el
campo de la medicina general, cierto avance de la medicina general que ha
traído buenos frutos en muchos aspectos pero que también incide en la cuestión de la salud mental desde la perspectiva de que no habría una tal
especificidad porque sino eso sería una especialidad. Esa sería toda una
discusión respecto de las especialidades médicas, discusión que como digo tiene
aspectos muy válidos, muy progresistas, pero que desde el punto de vista de la
salud mental a mi modo de ver tiende a borrar la especificidad de una clínica.
Volvemos a la cuestión de la clínica, en
mi opinión, parcial, es el psicoanálisis y la práctica de los analistas lo que
le da espesor clínico a las prácticas en salud mental y me parece que no es
poca cosa porque es lo que permite suponer en ese ser humano, en ese ciudadano
sufriente la posibilidad de emergencia de un sujeto. Entonces, eso me parece
que es un eje que no podemos descuidar cuando pensamos en la clínica en
cualquier lugar que sea, pero las coordenadas institucionales son fuertes. Eso
no quiere decir que no sean las mismas que rigen en la sociedad, lo que pasa es
que a veces la posibilidad de maniobrar una serie de cuestiones clínicas se
hace más difícil en ciertos contextos institucionales respecto de otros. Por
otro lado, me parece que se corresponde con una política que tiene que ver como
decía -no lo dije antes en estos términos pero lo voy a decir ahora- que tiene
más que ver con el control que con la cura. Entonces, esto es algo que sería
interesante pensar y retomar porque eso ocurre para el campo de la salud y en
otros aspectos ocurre para el campo de la educación, en este caso seria
controlar y no educar por ejemplo. Voy a tomar dentro de un ratito si tengo
tiempo el desarrollo que hace un autor que me parece muy pertinente para esto.
Bueno, avanzando un poco -quizás un poco
desordenadamente porque es la primera reunión y yo creo que vamos a tener que
ir y venir con varios temas- la idea que a mí me parece que es una idea
fructífera para pensar la práctica de los analistas en el campo de la salud
pública -pero también para pensar la práctica de los analistas en muchos
lugares- es un cierto modo de entender lo que es el psicoanálisis, porque
posiblemente haya distintos modos de entender el psicoanálisis. Yo les voy a
decir lo que pienso siguiendo a algunos autores. No es tampoco que yo me lo
esté inventando, y para mí ha sido una llave para justamente darle una
inteligibilidad a prácticas que de otro modo me resultaba muy difícil de
trabajar desde el psicoanálisis. Digo, ustedes saben cómo Freud plantea por
ejemplo que el psicoanálisis no es solo un método terapéutico, bueno, él dice
eso, cosa que quizás está un poco olvidada. También dice algo en un momento que
sería objeto de discusión quizás, me parece que lo dice en “El porvenir de una
ilusión”, que dice que la clínica es solo una de las aplicaciones en el
psicoanálisis y quizás no la más importante. Bueno, en otros momentos dice
“nuestro suelo natal es la clínica”. O sea que a lo largo de toda su vida y de
sus escritos dice algunas cosas que podrían no ser exactamente iguales, pero
que el psicoanálisis no es sólo un método terapéutico, me parece que eso ya
empieza a señalarnos algo. Es decir, tiene un poco más de alcance que un método
terapéutico. Por otro lado ese alcance también debe ser limitado, tiene un
límite del otro lado. Yo lo pienso así, y que es que el psicoanálisis no es una
concepción del universo. Ustedes habrán visto que hay un artículo de Freud
acerca de la weltanschauung. O sea que uno podría decir ni limitamos tanto el
alcance del psicoanálisis ni lo hacemos instrumento de interpretación de todo
lo que ocurre en el universo como si fuera una filosofía abarcativa.
Entre esos dos extremos está el campo de
nuestra práctica y el modo en como yo lo entendí más bien lo he tomado de Lacan
cuando habla del psicoanálisis como
práctica de discurso. ¿Qué quiere decir esto? Que justamente creo que lo saca
de la idea del psicoanálisis como una herramienta de cura solamente de la
psicopatología. Nosotros estamos muy acostumbrados a pensar el psicoanálisis en
la cosa de la cura, la cosa de los tratamientos, inclusive fíjense que son
muchos términos sacados de los modelos médicos y quizás no como una práctica
donde justamente se trata de un discurso que le hace contrapunto a otros.
Contrapunto no quiere decir que se pone de punta, sino que justamente cuando un
discurso llega hasta un punto en el cual no puede dar cuenta más de su terreno,
puede aparecer algún resto, algo que excede la comprensión desde ese
instrumento discursivo previo y allí es donde se puede hacer una práctica desde
el psicoanálisis. Doy un ejemplo: la histeria fue interpretada y leída desde
una determinada manera por Charcot, eso llegó hasta un punto y cuando eso
encontró su límite apareció Freud con otra explicación para la histeria. Eso
uno lo puede pensar no sólo como noción explicativa, sino como la posibilidad
de escuchar una palabra que queda fuera de otros discursos, que no entra. Por
ejemplo: “¿desde cuándo usted tiene tal enfermedad?”, pregunta un medico a un
paciente, y el paciente dice “desde que murió mi padre”. El médico me comenta:
“no sé porqué dijo eso, yo quería saber cuántos meses”. Y es correcto desde el
punto de vista de la evolución de una enfermedad querer saber cuánto tiempo
hace que comenzaron los síntomas, pero esto que dijo el paciente y que no
encontraba lugar en este dispositivo discursivo, sí encuentra lugar si lo
escucha un analista. Entonces, está en esos lugares en donde se produce una
práctica de discurso. ¿Qué quiero decir con esto? Que pienso al análisis como
un acto, una práctica de discurso allí donde la ocasión lo hace posible.
En la salud pública es muy difícil pensar
esto con la lógica de los tratamientos prolongados, por años y años y con la
idea de que de ahí va a emerger un analista. Muchas veces nos encontramos con
personas que, acuciadas por un problema -pequeño o grande, no importa, pero
acuciada en fin- pueden venir una vez o pueden venir 5 años. Eso es totalmente
variable. Y cuando vienen 5 años, entonces el problema que tenemos después es
que no dan a basto los servicios. Pero quiero decir… ¿cuál será la cuestión
allí? Que una vez que alguien viene con este problema que lo acucia se
encuentre con alguien que pueda escuchar eso que excede lo que el discurso
habitual de la institución no puede hacer lugar y le va a responder de una
manera diferente. Entonces, uno podría decir que un análisis es lo que hace un
analista, parece una redundancia, pero es así, porque de lo que se trata es de
que la respuesta no va a ser la misma, todos tenemos la experiencia de que
podemos tener un problema y comentárselo a un médico, a una amiga, y nosotros
vamos a decir lo mismo, pero el asunto es cómo se va a escuchar eso y qué va a
desencadenar esa otra escucha de lo que digamos. Entonces, pensar esto -el
psicoanálisis como práctica de discurso- me saca del problema teoría/práctica,
duración del tratamiento, etc. Sino que lo pienso como un modo de una práctica
que quizás después va tomando distintos dispositivos, distintos momentos,
algunos más facilitadores, otros menos, porque esto también -después ya nos
vamos a ocupar de este asunto- ocurre en las interconsultas, ocurren distintas
cuestiones que pueden aparecer, en los equipos. Quiero decir, eso es la
especificidad de una respuesta clínica. En un contexto institucional, donde
vamos a tener que conversar con personas, con actores que vienen de otras
disciplinas y de otras formaciones. Así, efectivamente creo que es necesario
ubicar que éste es un discurso y nada más que uno y que hay otros, y que yo no
estoy de acuerdo con la idea de lo interdisciplinario. Sería un poco largo de
explicar, pero no pienso la cuestión como disciplinas y como conjunto
disciplinar que puede dar cuenta de un todo, pero sí como cuestiones
inter-discursivas, como diálogos donde hay el desfallecimiento de una práctica
y toma la posta otra. Esto quiere decir que muchas veces nosotros también vamos
a apelar a alguien que haga de médico y medique a un paciente si es necesario.
Hay algunas corrientes del psicoanálisis
lacaniano, una orientación que tiene ese nombre, que habla de algo que quiero
mencionar y decir que yo no estoy de acuerdo, pero que podemos ponerlo en
discusión. Hace a una distinción entre psicoanálisis puro y psicoanálisis
aplicado. Es una distinción que en realidad no está en Lacan y no me parece muy
afortunada -es como el oro puro, esas cosas siempre son muy complejas. Pero el
asunto es que yo había entendido con Freud que el psicoanálisis aplicado era
por ejemplo lo que él hacía con Leonardo. Es decir, cuando tomaba una obra y
analizaba ya sea al autor o hasta el personaje se puede analizar. Por otro
lado, Lacan en algún momento dice que el psicoanálisis aplicado no existe, él
dice eso, pero estudia Hamlet, estudia Joyce, como ven las cosas no son tan
lineales. Pero a mí lo que me sorprendió mucho es encontrar que desde cierta
posición de psicoanalistas, desde cierto agrupamiento, se plantea que el
psicoanálisis aplicado es el que se hace en las instituciones públicas,
haciendo esta diferencia. ¿Porque cuál es la diferencia que hace Lacan? Que el
psicoanálisis puro es aquel del cual deviene un analista, entonces, sería que
eso se puede hacer exclusivamente en el consultorio, según esta lectura que
hace esta gente. Bueno desde luego no es algo que yo haya observado con
frecuencia que devenga un analista en un hospital, pero tampoco lo he observado
con frecuencia en el consultorio. Quiero decir que no es ninguna garantía, una
cosa no garantiza la otra y que lógicamente no se puede hacer esa división,
porque implica una anticipación, implica saber cómo va a terminar el análisis y
yo no lo puedo saber. Puede empezar acá, allá y terminar como la mona, durar 5
minutos, no lo sé. Entonces ese es un tema que yo siempre quiero resaltar,
porque he visto que hay mucha insistencia con eso y además me parece que
establece una jerarquía de análisis y eso es una política, una política de
algún sector del psicoanálisis. Entonces, ese es un aspecto.
Existe otro aspecto que yo quería
mencionar. Hay un texto que es bien interesante que es de Milner que se llama
“La política de las cosas”, es un texto muy breve en el cual se refiere a algo
que se llama la enmienda Accoyer, que es una medida legislativa que se ha
tomado en Francia y que tiende a restringir todo lo que sean las prácticas de
psicoanalistas en el sistema público. Esto cada vez se está viendo más, no sólo
en Francia, ahora con el DSMV también. No sé si vieron que hace poco en los
protocolos de atención del autismo se ha indicado que la terapia que
corresponde es cognitiva, o sea uno de los puntos más débiles del psicoanálisis,
el trabajo con el autismo, o sea que vieron bien donde apuntar. Esta medida
legislativa evidentemente tiende a eliminar todo lo que tenga que ver con el
psicoanálisis y por otro lado no es solamente una cuestión ideológica sino
también es una cuestión económica porque favorece a los laboratorios y a todo
lo que es la producción, venta y aplicación prescriptiva de psicofármacos.
Bueno, a raíz de esto, Milner hace una reflexión interesante y dice que en
realidad se está propendiendo a una política de las cosas, es decir, a una política
que tiende a que el sujeto no hable. Algunos de ustedes tal ves hayan leído un
texto que tiene ya unos años de Pommier que se llama “Los cuerpos evangélicos
de la posmodernidad”. Prácticamente eso es lo que ocurre, él dice, nos
convierten en autistas y efectivamente la idea es, como dice Milner, que las
cosas se gobiernen solas, no hace falta el sujeto. ¿Esto qué quiere decir?
Quiere decir controlar y controlar implica evaluar. Esto tiene mucha actualidad
entre nosotros en este momento que estamos en el proceso de evaluación de
nuestra carrera, para los que son alumnos de la facultad o docentes de la
facultad. Porque en este caso se está refiriendo al tema de salud que era lo
que yo les decía antes: ¿se trata de controlar o se trata de curar? Lacan en el
texto sobre la criminología dice que ese va a terminar siendo el paradigma de
las ciencias humanas, es decir, controlar, hacer peritajes, pero esto no es
tarea del psicoanálisis. Entonces ahí hay una cuestión, el psicoanálisis va a
defender una política de los seres hablantes, título de otro libro de Milner
que todavía no está traducido: “Para una política de los seres hablantes”.
Todas las medidas de control las vemos continuamente a través de lo que son los
nomencladores, los protocolos que implican las evaluaciones por ejemplo, si
alguien está en condiciones de recibir tal tratamiento o no. Acá no sé, creo
que no hay eso aún porque no se ha legalizado el aborto, pero en los países
donde el aborto es legal muchas veces hay protocolos médicos que implican
varios pasos a dar y uno de ellos es una entrevista con un psicólogo. En fin,
el hecho es que se va protocolarizando y estableciendo medidas para todas las
cosas. Eso no nos tiene que asustar porque nosotros podemos estar hace años ahí
y hacer otra cosa. Yo siempre cuando digo esto recuerdo el ejemplo de
Magdeleine Chatel, que tiene un texto que se llama “El malestar en la
procreación”. Esta mujer trabajaba tanto en servicios de abortos como luego en
servicios de fertilización asistida, sus entrevistas formaban parte de un
protocolo, o sea que, no era que alguien iba movido por su deseo a analizarse
sino que iba porque no le quedaba otro remedio porque sino no le autorizaban la
práctica y sin embargo ésta mujer, una analista francesa, hizo de ese espacio
algo muy interesante y muy bueno tanto para la persona que iba como para
nosotros que tenemos el gusto de aprender de ella y leerla.
Entonces, hay una especio de forzamiento
de lo que son estas prácticas para llevarlas a un modelo de control donde todo
podría ser estandarizado. ¿Saben de qué me acuerdo ahora cuando lo digo? De
algunos programas de televisión como “Criminal Mind”, donde por ejemplo se
hacen los perfiles psicológicos -no quiero ser maleducada porque me sale una expresión
maleducada, pero eso es “me olvidé del sujeto, me olvide de la singularidad”-
los perfiles psicológicos del asesino serial y todas esas cuestiones. Eso es
hacia donde van las cosas en algún sentido, y eso es una política. Una política
que yo creo que se emparenta mucho con la burocracia, esto de que las cosas se
gobiernen solas es bien la idea que uno tiene o por lo menos que tengo yo de la
burocracia. Entonces, siempre lo que sea hacer lugar a algo, a alguna palabra,
al sujeto, algo del orden de una verdad subjetiva singular es como hacerle tope
a eso, es como una tarea de hacerle tope. Es por eso que yo considero que es
muy importante que los analistas estén en esos lugares, porque son los que
tienen la posibilidad -por su formación, por su modo de trabajo- de hacer un
poco de tope a esa política de aplastamiento de lo subjetivo, que no es algo de
la maldad de una mente, es un modo que va adquiriendo el lazo social en nuestra
época. Pero no tenemos por qué ser pesimistas, yo creo que se puede hacer algo
en relación a eso. Entonces, frente a la política de las cosas, pensar una
política de los seres hablantes o para los seres hablantes, donde no seamos
todo mercancías. Fíjense que cuando yo mencioné la universidad, es muy claro,
no sé si ustedes conocen como es el sistema de evaluación de los docentes, pero
los docentes somos evaluados como docentes, como investigadores, tenemos todo
el año que llenar planillas y planillas al respecto y bueno a mí me toco una
ves estar como evaluadora, porque todos somos evaluados y llega un momento en
que, si tenemos unos años, también somos evaluadores. Y las evaluación
consisten en contar cuántos trabajos escribió -puede haber dicho cualquier
cosa, o sea no hace falta saber nada para evaluar, saber contar nada más. Entonces
somos todos iguales, en el sentido de que somos todos como granitos de arena y
bueno después si veinte granitos de arena, veinticinco granitos de arena, lo
que sea. Entonces me da la categoría uno, dos, tres… Bueno, eso arrasa con
cualquier posición singular, coloca a las personas en el lugar de mercancías y
efectivamente las mercancías pueden tener un valor agregado según lo que vaya
haciendo, entonces eso también es la lógica de los posgrados. En fin, yo no voy
a abolir eso, simplemente digo que esto es lo que nos está pasando, entonces
nosotros frente a eso podemos pensar si hay posibilidades de acotar esos
efectos donde quedamos uniformados en el aplastamiento y donde solamente nos
diferenciamos del otro por un número, si somos más o menos, más o menos quiere
decir una categoría más alta en el plan de incentivos o cosas por el estilo.
Bueno me parece que frente a eso, una práctica discursiva del psicoanálisis, no
es sólo -aunque no es poco importante- la de la clínica del uno por uno, sino
también es una posición en la ciudad, una posición en la sociedad, lo que el
psicoanálisis puede aportar para discutir, para debatir, para señalar la lógica
de ciertas discursividades que van en contra de la existencia del ser hablante
-digámoslo así, un poco exagerado.
Yo paro acá así hacemos las preguntas.
Cristian Maza: Me parecía que por ahí, yo
trabajo en atención primaria y bueno un poco pensaba en la evaluación, pensaba
en la proliferación que hay de comités evaluadores, de problemáticas escolares,
de diversas cosas, pero hay muy pocos dispositivos de atención. Generalmente se
atiende a las cuestiones que tienen que ver con generalizar. Digamos, en un
punto la responsabilidad es del Estado -hacer una política para todos. Entonces
yo lo que veo o lo que puedo decir en relación a este campo de problemáticas
que mencionaba Alicia, ésta cuestión de la priorización por un lado, del
mandato institucional de priorizar y el sostenimiento de una ética que se
orienta por lo real, el síntoma, por la singularidad, que en algún punto
termina siendo tironeada, porque uno recibe situaciones, toma pacientes que
empiezan a tener un desarrollo transferencia y a ubicar algunas cuestiones
sintomáticas y a poder asociar algo con eso, y después esos trabajos se ven
impactados por la priorización de lo grave, que a veces no es con lo que más
podemos hacer, a veces hay situaciones que no son tan floridas, tan visibles, y
son más silenciosas y con las cuales las intervenciones son más apropiadas.
Pero bueno, los trabajos con la singularidad terminan siendo impactados por
ejemplo, en una población, en un centro de salud donde se le asigna a un equipo
de salud una población, con la cual uno sería responsable por la salud de una
población. Eso generalmente entra en conflicto, me sonaba como para ponerlo en
relación con la práctica cotidiana, con lo que se van a encontrar cuando vayan
a una residencia clínica, o si ya la han hecho, si alguno estuvo en atención
primaria puede entender más o menos de que se trata.
Mónica González: Yo lo que quería agregar
a esto que decía Alicia del vaciamiento de la clínica, como otra versión de
esto es, porque a veces llegan al hospital situaciones muy complejas. Yo
trabajo en un hospital y hay infinidad de gente trabajando desde
acompañamientos terapéuticos, equipos, mini-equipos, montón de gente trabajando
y nadie que conduzca esa situación -no digamos tratamiento porque todavía no
llegó. En ningún momento, por ahí mucha gente que habla de alguien que le pasó
tal cosa y nadie conduciendo, teniendo una intervención que a ese sujeto le
vuelva algo para que se ubique de otra manera. Digo porque pensaba en esto del
vaciamiento o del tema del sistema medico hegemónico, a veces uno extraña el
sistema medico hegemónico, porque a veces es como nada, esa cosa vacía de
clínica.
A. Á.: No sé si todos van a entender así
de una de lo que estamos hablando. Por ahí hay cosas que nosotras damos por
sentadas porque las hemos padecido o disfrutado a veces, pero por ejemplo, esto
que dice Mónica que a veces es cierto, entra en relación con lo que decía
Cristian, donde hay una proliferación de dispositivos sociales, de
acompañamiento, de solucionar ciertos problemas, está todo bien, pero el asunto
es que a veces no hay nadie ahí sosteniendo el trabajo clínico. Entonces, a veces
inclusive se tergiversa el trabajo de los psicólogos porque están muy ocupados
haciendo estas otras cuestiones -que está bien, alguien las tiene que hacer, no
es una cosa o la otra, pero no hay que olvidarse que hay una especificidad del
trabajo clínico, porque eso sí que si no
lo hacemos nosotros no lo hace nadie, esa es la realidad. Yo recuerdo un caso
de una paciente que se suicidó, que la
psicóloga que la atendía, no tenía mala voluntad, pero cuando me vino a contar
lo que había ocurrido, que para colmo, era una chiquita de 15 años, era una
especie de tragedia, yo le pregunté cómo había sido la situación, del trabajo
con la joven, qué había podido entender ella de lo que le pasaba y no tenía la
menor idea, pero me contó todo lo que le había conseguido a ésta chica: un pase
de colectivo, que la madre terminara la primaria, un subsidio, que la
trabajadora social fuera, o sea, esa chica había trabajado mucho, pero no en lo
que tendría que haber trabajado, no quiere decir, a lo mejor la paciente se suicidaba
igual, pero a veces es a raíz de esas situaciones que uno se pone a preguntar
qué paso acá. Voy a citar a alguien para demostrar todo lo contrario de lo que
yo quiero demostrar, que es Gastón Sousa Campos, él es un sanitarista
brasilero, yo he hablado mucho con él y hay cosas en las que coincido y cosas
en las que no, pero una cosa que él me decía es que este nuevo modo del trabajo
con énfasis en la medicina general y con eje en atención primaria que todos
hemos reivindicado para salir de ese modelo de lo anterior centrado en la
enfermedad tiene algunos problemas como -él me lo decía desde el punto de vista
de los médicos, él es médico- “nos piden a los médicos que nos olvidemos lo que
aprendimos de medicina y que hagamos algo que no sabemos hacer, que es por
ejemplo una tarea social y parece que fuera un pecado y un defecto lo que
sabemos cómo médicos”. Bueno, todo puede tener sus matices, porque también un
médico que no tiene ningún otro palo de dónde agarrarse más que la anatomía, no
es la mejor posibilidad de atender a alguien pero, digo, no se trata de
desconocer o sacarse de encima la formación específica, porque la formación
específica es necesaria, si ustedes se van a hacer una cirugía quieren que el
tipo sepa operar y si van a hacerse atender por un psicólogo quieren que el
tipo sepa laburar como psicólogo y creo que esto está como medio en la
nebulosa, con esto de que todos hacemos todo, todos nos ocupamos de todo. Hay
un concepto de clínica ampliada que puede ser interesante si se entiende bien,
a mi modo de ver, que es que ciertamente hay un borde del trabajo de uno que
toca con el trabajo del otro, pero que no quiere decir que yo me voy a poner a
diagnosticar los problemas de la piel, por ejemplo –bueno, a nadie se le ocurre
darle un bisturí a un psicólogo. Pero sí se les ocurre que el médico atienda a
un esquizofrénico. Entonces hay que tener cuidado.
Mariel Mastriacovo: Ahora sí, abrimos el
espacio para las preguntas.
Público: Esta cuestión de la
interdisciplina que vos planteabas, porque a veces por la poco experiencia que
yo tuve, que quedamos en el lugar de que nosotros sabemos de lo que se trata y
hay veces que nos falta un poco más en confiar en la… [Inaudible]…hay veces que
somos mal vistos y está bien que sea así, pero hay veces que por desconocer
otras cosas también metemos la pata. Un caso de una mamá que tenía su bebé en
neonatología y va a la psicóloga, recomendada por el servicio de neo, el bebé
no había cumplido los 6 meses, y lo tuvieron que sacar de neo… [Inaudible]…digo
a veces no sé si la práctica de discurso alcanza en esas situaciones.
A. Á.: ¿Me dejás que te diga algo? Yo
estoy totalmente de acuerdo con vos, lo que pasa es que acá pasamos sin
solución de continuidad del psicólogo al psicoanalista, que es una cuestión que
habría que aclarar, yo creo que ese tipo de prácticas donde se hace esa
anamnesis, a mí me la enseñaron en la facultad, porque mi título de grado es de
psicóloga, pero bueno es algo que yo no practico. Y cuando digo práctica de
discurso, es un concepto complejo, y yo lo dije un poco rápido, los remito si
quieren a las fotocopias de mis textos acá en la fotocopiadora, pero práctica
de discurso no quiere decir hablar -aclaro esto porque sé que en esta facultad
se enseña de esa manera, no lo digo mal, pero me parece que hay diferentes
ideas de lo que es la práctica de discurso- práctica de discurso no quiere
decir hablar, es una cosa un poco más complicada y no es lo que estaba haciendo
esa psicóloga, hablar hablan los médicos también y los ingenieros, todo el
mundo habla, no se trata de eso
Público: Digo, que un psicoanalista para
trabajar en lo público en instituciones, que no sólo es ir a escuchar, que a
veces tenemos mala información… [Inaudible]…a veces por preguntar por la
función materna, a veces la madre por distintas situaciones puede… [Inaudible]…
Jennifer Puszkin: No sé, por lo menos de
lo que yo entendí de lo que vos estás
planteando, creo que tal ves precisamente el equívoco de esta psicóloga es
haber quedado media capturada por la interdisciplina, por otra disciplina,
porque cuando vos lo contaste yo me preguntaba: ¿Qué hace una psicóloga
preguntándole ese tipo de cosas? Que generalmente lo hace una enfermera, porque
no tiene nada que ver con lo específico, porque tal ves el sufrimiento de esa mujer
está en relación a no poder tener éste bebé. Al menos cuando lo contaste,
pensé: justamente quedó embarullada en estas cuestiones de la interdisciplina,
que todos tenemos que saber todo, la “completud” de los saberes. No sé si a vos
te sirve esto, pero al menos como lo planteaste, que esto que decís que tiene
que conocer es precisamente el problema.
A. Á.: Es una cuestión compleja, y como
ya lo dije muy rápido, la idea de la interdisciplina me parece
epistemológicamente inconsistente desde donde yo la pienso. Lo que no quiere
decir que uno está aislado del universo, por eso dije que se trata de una
práctica interdiscursiva, dado que nosotros podemos dirigirnos a un sujeto,
pero ese sujeto además tiene otras determinaciones y le pasan otras cosas de las
cuales se van a ocupar otros discursos y con los cuales tenemos que tener
interacción. Digo, ahí no sé cuál sería el saber que nosotros tendríamos que
tener, si enterarnos de que esa mujer no vive en un frasco, me parece que eso
lo tiene que saber cualquiera que escuche a alguien -quiero decir no estar
nosotros en un frasco en primer lugar. Hay algunas historias, no las voy a
llamar anécdotas porque son demasiado trágicas para eso, que conciernen a la
práctica de muchos de nosotros, muchos de los colegas, en el peor momento de la
crisis del 2001, donde había personas que venían a consultar porque estaban muy
angustiadas y cuando se les preguntaba porque estaban angustiadas, ocurrió por
lo menos en tres casos que yo me acuerde, que era porque tenían hambre, entonces
uno si fuera un terrorista del psicoanálisis podría decir “eso no me compete”.
Creo que no es así, es un ejemplo exagerado pero que ocurrió, lamentablemente.
Hubo otra persona que pidió medicación para poder dormir porque el hambre no lo
dejaba dormir, entonces nosotros obviamente ahí no podemos decirle “¿y además
de eso, que otra cosa?”, “ahora háblame de lo que a mí me interesa”, creo que
estas cuestiones son cuestiones a las que hay que hacerles lugar, porque es lo
que a una persona le está pasando.
Cristian Maza: A mí me parece muy bueno
el ejemplo porque hace claramente a la diferencia entre un psicólogo y un
psicoanalista. Un psicoanalista va a ir a escuchar qué fantasmática hay en esa
madre, a donde llega ese niño, a qué discurso de los padres llega. En cambio la
psicóloga va a ir a la referencia. Por eso me parece que acá hay una cuestión
epistemológica que es la cuestión de la pérdida del referente. Es decir, a mí
me interesa traer el modo en que Masotta introduce el psicoanálisis, en el libro
“Introducción a la lectura de Lacan”, donde él toma el Seminario de “La Carta
Robada”. La estructura del cuento de la carta robada es discurso de discurso,
ahí hay un ejemplo claro de la pérdida
del referente. La psicóloga le pregunta “bueno ¿fue por cesárea?”, el referente busca. Me parece que justamente un
analista va a ir a escuchar qué fantasmática hay detrás. Me parece que eso es
lo específico.
Mónica González: A veces si alguien no
habla, uno hace preguntas para que aparezca un discurso. No importa qué
pregunta, sino la función que está teniendo para que el otro hable y se
construya un discurso ahí.
A. Á.: Me interesa mucho el tema, porque
es algo relativo al saber y cuál es la posición del saber en la práctica
clínica. No es que uno pueda no saber nada, pero también hay algo del saber que
puede funcionar como un obstáculo, me parece interesante la pregunta como para
seguirla pensando, porque evidentemente estas atravesada por una práctica y es
lo que a menudo nos pasa. ¿Cómo hacer con eso? Que es un poco lo que decía
Mónica.
Mónica González: Yo le decía para que no
nos vayamos pensando que no se puede preguntar ciertas cosas. Es en el contexto
de lo que uno está trabajando y construyendo e intentando de que haya la
emergencia de un sujeto y depende de cómo se vaya armando eso, uno puede
preguntar si va a facilitar algo de que esa madre a lo mejor pudiera hablar.
Público: A mí no me queda claro cómo se
abordaría en la parte pública, porque si yo lo pienso en el HECA, como la
derivaron en el caso de ella a una psicóloga. ¿Cómo funciona ahí el psicólogo?,
Porque si desde el psicoanálisis se espera que una persona hable tiene que
intervenir preguntando.
A. Á.: Esa es una concepción del
psicoanálisis que vos sostenés que yo no comparto. El psicoanálisis no es para
mí el diván, ni es la cuestión del consultorio, ni la asociación libre, eso
puede ocurrir o no, porque sino no podríamos trabajar en la urgencia. Por eso
dije que yo estoy tratando de pensar la cuestión del psicoanálisis como práctica
de discurso y no como método terapéutico vinculado al encuadre necesario para
la neurosis, que es un encuadre que sirve para determinadas situaciones pero
que deja fuera un montón de otras situaciones.
Por eso hacemos este seminario y haremos
muchos más. Estos son los temas que vamos a tratar, porque yo te digo, lo he
visto con mi propios ojos, a una psicóloga en el HECA joven, recién recibida,
que ante una urgencia salió corriendo, literalmente. ¿Por qué? ¿Porque era
tonta? No, porque no tenía la menor idea, porque nadie le había hecho lugar a
ninguna posibilidad de pensar que podía estar en una situación de urgencias.
Hace muchos años dictábamos un seminario con Marité Colovini que se llamaba “El
psicoanalista sin diván”. Es una metáfora, no se trata de si ponemos el diván o
no, pero de todas formas alude a cierto modo de entender al psicoanálisis
dentro de un recurso para la psicopatología exclusivamente. Por eso acá se
estudian los casos, la neurosis, la psicosis, la perversión, se estudia de ese
modo al psicoanálisis y después un modo de abordaje de la neurosis, porque de
otra cosa no, no se aborda el problema de la práctica con niños, ni de las
instituciones. Entonces efectivamente me parece una lástima que el
psicoanálisis quede como una versión tan reducida. Teniendo mucho más poder
discursivo, de resolución y de incidencia en la cultura, se trasmite sólo ese
pedacito. Y por otro lado lo que vos decís, primero no te entendí, perdoname,
lo que vos decís es muy cierto por eso yo decía al comienzo que la mayoría de
los que egresan, muchos, van a ir a trabajar al sector público, en una escuela,
en un hospital, en una cárcel, un centro de día. Entonces, digo, lo más
probable es que se sientan muy desorientados porque no van a tener allí ciertas
condiciones de trabajo que son las que nos transmiten como las necesarias para
desarrollar una práctica psicoanalítica. Yo opino que eso es una herencia
lamentable. Hoy acá el psicoanálisis es básicamente lacaniano, en la facultad,
pero sin embargo esa concepción deriva de la escuela inglesa y americana que
tiene que ver con la teoría de la técnica. Entonces se hace del psicoanálisis
una técnica, es decir que tiene que haber el encuadre, los honorarios, el
horario, sino no se puede hacer análisis. Entonces estamos fritos. En el sector
público todo eso no aparece.
Jennifer Puszkin: Yo en relación a la
pregunta “¿Qué hace un psicoanalista en una guardia?” Bueno, yo trabajo en un
hospital donde los médicos decidieron en un momento, ya no recuerdo cuando,
tomar o poner una normativa que era que para todos los intentos de suicidios
que ingresaran a la guardia, los tenía que ir a evaluar salud mental. A mí me empezó a parecer bastante
interesante esta normativa, porque si bien muchos médicos nos llamaban sin
ninguna pregunta y era para que evaluemos rápido, a mí lo que me pareció
interesante es que a nosotros nos dió la posibilidad de cada vez ir al menos a
inquietar un poco a ese paciente, a esa persona que, bueno, hay un acto,
generalmente después hay mucho enmudecimiento, ni les cuento todo el sermoneo
de los médicos al paciente después -desde los que van por la vía del reto a los
que van a convencerlos de que nunca más hagan algo tan terrible. Entonces,
cuando llegamos nosotros generalmente hasta es difícil mover un poco la escena,
porque las personas empiezan a hablarnos como si fuéramos un medico más. Es muy
interesante que los médicos en este hospital lo hayan instaurado como una
normativa. Después también el trabajo fue abrir. Porque yo me empecé a dar
cuenta que había muchas otras cuestiones que a ellos también les generaban
dudas y entonces le ponían una atención especial. Con algunos médicos pudimos
trabajar cuestiones interesantes que a ellos les despertó, lo pensaron, se
conmovieron. Está el medico que va a la entrevista porque quiere saber, porque
quiere aprender a preguntar. Yo siempre lo tomo como esa posibilidad que nos
dan a nosotros de, al menos, llevarse una pregunta. Que después no se sabe si
va a terminar en una segunda entrevista, que algo se le mueva en su discurso.
Eso es lo que hacemos los psicoanalistas en algunas guardias.
A. Á.: Eso es un ida y vuelta con la
política institucional. Parece que también instituimos algunas cosas.
Fin de la primera parte.
Rosario, 10 de mayo de 2012
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