Volvemos a
encontrarnos reunidos, por tercer año consecutivo, bajo la égida de los
términos: Psicoanálisis, Salud y Políticas Públicas. Tal insistencia en la
repetición, no apunta más que a intentar cernir los márgenes y
entrecruzamientos de una propuesta que recoge dentro del ámbito de la
Universidad toda una serie de preguntas, de problemas emergentes en los
distintos campos de prácticas en los que transcurre ese “popurrí” de experiencias
que llamamos de inspiración psicoanalítica...
Recientemente, se
hacía referencia, en el marco del seminario sobre “Psicoanálisis y Estado” que
venimos llevando adelante este año, a esta tensión que de manera inevitable,
aunque necesaria, se articula en las mismas fronteras de las prácticas que
sostenemos, tensión que por momentos hace de nosotros algo así como una banda
tributo... es decir, una banda tributo al psicoanálisis.
Estamos en Rosario, y
si logramos corrernos del fenómeno autóctono de que un conjunto de vociferantes
fuercen la voz tratando de ser Joaquín Sabina, podríamos pensar que si bien
constantemente se hace uso de notas de dudosa afinación, hay momentos donde la
filiación declamada consigue trascender la mera vía sencilla de legitimación de
la práctica, haciéndose entonces posible
dar cuenta de cómo el atravesamiento por el discurso del psicoanálisis
comporta una diferencia radical con respecto a otro tipo de intervenciones. Es
decir: prácticas que se sostienen no sin cierta lectura, no sin ciertos ejes de
problematización que, por ejemplo, hacen posible pensar lo colectivo por fuera
de la lógica del “para todos”, evitando aplastar las diferencias y las
singularidades.
Esto no quiere decir
que diluyamos las dificultades concernientes a la teoría psicoanalítica. Como
decía Masotta, sería un error atribuir toda la dificultad a la práctica y no
detenernos en los grandes problemas, las aporías, los impases de una posición
frágil, a la cual desde Freud, le concierne algo mismo que es del orden de lo
imposible.
Cuando pensamos las
patas de la formación, el análisis propio, la teoría y la supervisión, damos
por hecho que ese análisis no es equivalente a haber participado de un
dispositivo de sala de espera o de un taller en el Centro de Salud. No se trata
de idealizar un análisis sino, por el contrario, de no abandonar la
problematización de aquello que hace serie con el deseo de un vienés que
reformuló un concepto de realidad, un modo de vincularse con la verdad, con el
saber, con las huellas, las marcas del lenguaje, de la historia. Dejando lo
terapéutico, en el plano de la añadidura.
De lo que se sigue
tratando es, en definitiva, de la experiencia del inconsciente, una experiencia
cuyas condiciones no van de suyo, ni florecen espontáneamente en los jardines.
Expresado de otro
modo: se trata de no dar por obvio ciertas cosas por el sólo hecho de que
tienen más de 100 años, y poner toda la sorpresa en las prácticas que día a día
son ganadas a pulso. En ese sentido, reponer las preguntas en los conceptos
centrales, troncales de la doctrina, no sería ya “hacer tributo”, sino
constituir un verdadero posicionamiento activo frente a las distintas
versiones, incluso de las diferentes composiciones que han realizado los mismos
protagonistas, restituirles a éstas pues el contexto de discusión que les es
intrínseco, contexto de debates pasionales... algo que establece de entrada un
trazo diferencial respecto de la postura de acumulación erudita universitaria a
la que solemos acomodarnos harto fácilmente.
Hemos nombrado a la
Universidad, y de algún modo estar acá es hacer hincapié en la pregunta por lo
público. ¿De qué se trata eso que coagulamos nombrando como Universidad Pública
pero que sin embargo es tan distinto siempre, con modalidades de pensar eso
público tan distantes en cada época? Para quienes la menosprecian –no sin dejar
de sacarle su oportuno provecho- la Universidad toma todos los atributos con
los que se califica al Estado. Se la adorna con alguna definición estructural
de ocasión, o se la llama “Discurso Universitario”; se la sitúa por fuera de la
Historia, como algo inmodificable, atemporal, idéntico a sí mismo, ajeno al
hecho de que existan protagonistas sociales que modifiquen las condiciones
dadas de su existencia. Sostener la pregunta por lo público en estos ámbitos
tiene que ver con no entregarse alegremente a la alienación de una hegemonía
neoliberal que cultiva nuestras croquetas y permea los distintos campos
discursivos.
Colocarse por fuera
de los determinantes del Estado, de la Universidad y -porque no- del mercado, es
la pretendida actitud del bienpensante-observador, indigna siquiera de un
positivismo comteano, que al menos llevaba su locura a cuestas, sus
vacilaciones y su grado de verdad en juego.
¿Acaso es posible no interrogar las fronteras
de un campo de prácticas? ¿No tener una estrategia sobre esos determinantes?
¿Al menos una mínima problematización? ¿Alguna vez el Psicoanálisis se presentó
totalmente ajeno a ciertas legalidades exteriores a su discurso? ¿Las “neurosis
de guerra”? ¿El “Moisés” en pleno nazismo?
Por eso la interrogación
del campo político y el análisis de las Políticas Públicas no pueden ser ajena
a la reflexión de los psicoanalistas.
Como hemos dicho en
otra ocasión: quizá en los ´70, en la época de las rupturas en la APA, en la
época de Masotta previo al exilio, el conflicto rondaba en un posible
aplastamiento de la política sobre el psicoanálisis. Pero el síntoma de estos
tiempos es haber descuidado la interrogación del campo político, y que aquello
que denominamos “ideología”, se haya filtrado veladamente en el campo
analítico.
Sabemos que hay
fuerzas en el interior de nuestra sociedad que han contribuido a cercenar la
transmisión de ciertas historias. No hacemos referencia a un genio maligno,
tampoco es nuestra intención generar acusaciones masivas cuando muchas veces se
trata del efecto del terror en nuestro país. Pero, copiando el estilo Davoine,
no vamos a sofisticar los comentarios en función de anestesiar las sensaciones.
Es decir que -tomando la referencia de un hacedor cultural argentino-
preferimos pedir luego disculpas antes que andar por la vida pidiendo permiso.
En el marco de las
Jornadas tendremos un espacio para pensar la Historia de nuestras prácticas en
el campo de la Salud Mental, pero también la Historia de la carrera de
Psicología, y las vicisitudes socio-politicas que operaron en y para su
nacimiento. Carrera que fue la primera del país, en el marco del segundo
gobierno de Juan Domingo Perón. Fundación que luego sería prolijamente borrada,
de tal manera que 50 años después se festejaría en un contexto de Democracia,
el aniversario de aquella re-fundación propiciada por la ignominiosa Dictadura
auto-denominada “Revolución Libertadora”.
Tendremos también el
gusto de contar con Marta Basile, trayéndonos la experiencia de Barriletes en
Bandada, experiencia que fue supervisada durante años con Fernando Ulloa, para
introducir la temática del desmoronamiento de los lazos sociales, de
situaciones extremas, del desgarro del tejido comunitario provocado por la
intrusión política, económica y cultural del neo-liberalismo.
Otro punto
importante, estableciendo un marco de continuidad respecto de las últimas dos
ediciones de las Jornadas, serán los paneles que abordarán el tema del trabajo
con la locura, en diversos niveles. Pensando clínicamente las condiciones de la
praxis desde el psicoanálisis -una de las vías que encontró la locura para
hacerse oír en nuestros tiempos- pero también relanzando la discusión política
en varias direcciones que creemos oportuno re-visitar.
Así, no proclamamos la desmanicomialización en
la dirección de aquellos ideales que sólo tienen la función de constituir una
identidad grupal, en la que el conjunto de los problemas queda a un costado,
propiciando consignas que nos transforman en ciudadanos-psi bondadosos y nobles
que desean el bien para el querido usuario de salud mental.
Pensamos que son
varios los ejes de problematización, y entre ellos, incluímos que no es posible
una transformación cultural sin erosionar las políticas segregativas, las
políticas de delación y encierro a la diferencia que operan en el sentido común
de nuestra sociedad. Pero una vez más, los primeros escollos provienen de las
lógicas que conducen nuestras prácticas en salud mental. No se trata de la
polaridad exclusión feroz-exclusión digna, o ciudad de cirujas en lo público --
club Gimnasia Esgrima en el Philipe Pinel. Se trata de que no hay una sola
manera de vivir, de habitar el lenguaje, y que eso es pecaminoso y disolvente para
la conciencia normativizante y burguesa que opera inadvertidamente en el suelo común
que habitamos.
Esa conciencia es el
pequeño manicomio que se lleva a todas partes, la que no es erosionada ni con
leyes, ni con mandatos.
Rechazar cualquier
tipo de práctica objetivante, no debe ser sólo una impostura de pretendida
corrección política, sino que se deberá al efecto, en última instancia, de la
posición ética que sostengamos con relación a nuestro deseo, y del efecto de un
sujeto que postulamos como necesariamente relativo a su propia escición.
Antes de dejarlos con
nuestro Barón del conurbano Roberto Gutman los invitamos a participar del
homenaje a los compañeros estudiantes y psicólogos desaparecidos y asesinados
en la última dictadura cívico-militar.
En el año 2011 presentamos un proyecto para colocar una placa que inscribiera los nombres y las referencias político-ideológicas de los 39 compañeros. Luego de un proceso de retrabajo y elaboración que nos llevó dos años, pensamos que ese modo de recordar "estático" no representa a los compañeros que queremos recordar como así tampoco a nosotros, como generación que tiene el desafío de recuperar la voluntad transformadora de toda una época y proyectarla en nuestro futuro.
Es por esto que el espíritu de la jornada pretende resaltar lo vital de esa generación cuyo proyecto de emancipación está lleno de verdades que requieren de nuestro compromiso, de nuestra sensibilidad y de nuestra organización.
Los esperamos entonces a compartir un día donde Miguel Repiso (Rep) nos donará una obra que conformará un mural en nuestra casa de estudios, acompañada de una muestra de fotos, objetos, libros y música que organizamos junto a graduados compañeros de militancia. Contaremos con proyecciones a cargo de Francisco Matiozzi.
Además se acercarán a contarnos sus experiencias de militancia, compañeras de Rosario (Marta Bertolino y Stella Maris Hernandez) y Santa Fe (Anatilde María Bugna y Stella Vallejos)
Cerraremos la jornada con un recital de "El regreso del Coelacanto" y "Degradé".
Gracias.
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