domingo, 1 de abril de 2012

Presentación Jornadas de Psicoanálisis, Salud y Políticas Públicas. Disertante Marisa Germain.




“El destino de una época de cultura que ha comido del árbol de la ciencia consiste
en tener que saber que podemos hallar el sentido del acaecer  del mundo
no a partir del resultado de una investigación… sino siendo capaces de crearlo; …y que por lo tanto los ideales supremos que nos mueven con la máxima fuerza se abren camino, en todas las épocas, solo en la lucha con otros ideales, los cuales son tan sagrados para otras personas como para nosotros los nuestros”  Weber  EMS ; 46[1]

1)             Consideración en torno a la problematización  de ‘políticas públicas’.  
Como ya es harto conocido en el terreno de la  sociología política, no hay un único criterio para la consideración de los modos estatales de intervención en diversos ámbitos de la vida colectiva. Aclaremos para comenzar que el territorio de las políticas públicas excede la intervención estatal directa, pero las condiciones estructurales de intervención en lo público se definen a partir de la capacidad regulatoria del Estado, en las sociedades modernas. Mencionemos entonces sólo a modo de ilustración algunas posibilidades:
                                             
·   Una política pública puede ser interrogada desde una perspectiva económica en términos de la lógica de la escasez que supone la elección/decisión de un objetivo en lugar de otro; o de una relación costo beneficio, esto es en términos del cálculo de gastos actuales que implica o futuros que evita; etc.
·   en términos de los instrumentos, de la eficacia de los medios seleccionados respecto de los fines propuestos; en términos de disponibilidad material de medios, etc.….

[Proponemos  para este trabajo el reconocimiento de la cualidad política de todo instrumento técnico, que ningún instrumento es pura técnica, es decir, técnicamente neutro, sino que ellos producen efectos específicos, más allá de los objetivos a que son asignados y por tanto estructuran la acción pública según una lógica, una racionalidad, que les es propia. Esto es hay un nivel de la racionalidad de los instrumentos independizable de la racionalidad gubernamental en sentido general]
·   una política pública puede ser interpelada/evaluada en términos del logro de los objetivos propuestos; en términos del costo electoral de su ejecución; en términos de su congruencia estratégica con otras política; en términos del apoyo o rechazo de actores políticos relevantes, etc.
·   en términos de los sujetos políticos que puede engendrar su implementación; etc. …
·   una política pública puede ser examinada desde la perspectiva simbólica en términos de los valores que actualiza; en términos de los modos en que se comunica, de los cambios culturales que suscita, etc.…
Ahora bien, toda política pública forzosamente debería contener una serie de elementos necesarios sino suficientes para su correcto diseño[2]:
- objetivos -qué estado de cosas se quiere alcanzar, lograr con la ejecución de tal política [definidos respecto de una situación que se desea modificar y que ha debido ser formulada como problema/carencia/demanda, etc.-;
- esto supone contar con información en cantidad y de calidad suficiente respecto de la situación sobre la que se quiere intervenir;
- instrumentos para su realización –esto implica conocimiento de la pluralidad de medios virtualmente disponibles, de su eficacia previsible, de consecuencias habitualmente asociadas a su empleo, etc. - incluyendo medios materiales necesarios como financiamiento, recursos materiales y humanos, sustentabilidad en el tiempo, etc.
- finalmente si se trata de una política responsable (y esto no es forzoso) debería tener una evaluación y para ser más precisos una evaluación respecto de los objetivos y los medios empleados.

                Quién se dedique a investigar en el campo de las políticas en salud podrá con frecuencia constatar que en muchas ocasiones uno o varios de los elementos mencionados están ausentes. En primer término con mucha frecuencia se definen intervenciones con información escasa o de dudosa confiabilidad, sin mencionar las ocasiones en que se hace sobra una base impresionista, en general respondiendo a situaciones puntuales de crisis. En otras ocasiones se confunde un horizonte valorativo, una meta cultural, con la necesaria especificidad de un objetivo, en otros casos se deja la formulación de los instrumentos para una etapa posterior, o a la deliberación de los estamentos de ejecución de la política. Es sumamente difícil encontrar evaluaciones de políticas ejecutadas en función de los objetivos propuestos y con frecuencia se modifican instrumentos, se interrumpen ejecuciones, se revierten direcciones de intervención sin que medie una evaluación de aquello que se cambia. Tenemos la hipótesis que esto es atribuible entre otros factores a la histórica fragilidad de la burocracia estatal argentina en el terreno de la salud como en tantos otros, recurrentemente atacada por los golpes de estado que afectaron a nuestro país durante el siglo pasado. El ataque final ocurrido durante las últimas décadas del siglo XX, al calor de las doctrinas neoliberales/neoconservadoras, que encontraron eco inesperado en tradiciones políticas progresistas basistas, refractarias a los ordenamientos jerárquicos parecen habernos alejado  nuevamente de la generación de políticas de salud efectivamente conducidas desde el estado. En este contexto debemos además subrayar el efecto que tuvo el desmembramiento del sistema nacional de salud, al trasladar el conjunto de los efectores públicos de salud a las provincias quedando así limitados en los medios de planificación y ejecución de una política sanitaria nacional.
2) Ahora bien, ¿cómo se instaura una política pública? Dos niveles deben necesariamente intervenir en su establecimiento:
A) En una organización política como los Estados Modernos, podemos la autoridad propiamente política, es aquella en la que descansan las decisiones propiamente políticas es decir aquellas relativas a los fines que se persiguen, a la direccionalidad de la intervención, de los problemas de los que el Estado debe hacerse cargo – ya sea de los fines que debe procurar o de los ‘males’ de los que debe defender a la sociedad- y que definen lo que será objeto y objetivos de gobierno. [Obviamente esto nunca ocurre en el vacío sino en una continuidad histórico/social y del mismo Estado, que siempre define tácticamente un horizonte de problemas posibles. Una vez definidos fines propuestos, problemas que resolver, males de los cuales defenderse, la autoridad promueve la generación de políticas direccionadas por esas decisiones.]
B) La instrumentación de esa acción pública requiere en cambio un cuadro técnico específico, que tiene el saber sobre el cómo. El blanco de la acción gubernamental – lo nombremos como población, sociedad civil, ciudadanía, etc. lejos de ser una colección atómica de individuos, se presenta organizada -en grupos, redes, instituciones, etc.- y se podría decir que las políticas públicas emergen como resultado de relaciones de transacción entre tales conjuntos y la administración del Estado -autoridad política y cuadro técnico burocrático – [vale la pena recordar, que todas esas instancias persiguen en paralelo fines relativos a su propia persistencia e intereses autónomos en función de los cuales tienen una capacidad asimétrica de hacer uso de medios de coacción de alcance diverso]. Al tomar la decisión sobre una política, el conocimiento del repertorio causal de lo que se formula como problema en relación con el objetivo y con los instrumentos de esa política se supone que es el bagaje de formación específica con el que cuenta el cuadro burocrático y que le permite  intervenir.
Una  analítica de la acción pública supone la constatación de un Estado cada vez más diferenciado internamente en un proceso creciente de estatalización –con el consiguiente investimiento político- de la actividad social; aparece así un encavalgamiento de agencias, organizaciones, reglas que tienden a la indefinida incorporación de emergentes sociales. Instancias de negociación que se multiplican con actores cada vez más numerosos. Así la acción pública aparece claramente como bricolage en que se articulan redes, multiplicación de actores, de finalidades yuxtapuestas, heterogeneidad de escalas y territorios, transversalidad de los problemas y emergencia de lo aleatorio. Con la extensión de las esferas de intervención estatal, la creciente interpenetración de los espacios públicos y privados, bajo la nominación de ‘democratización’ o de ‘participación’– lo que en el caso de las políticas de salud hace que no se pueda dejar de lado la extensión de la medicalización o la psiquiatrización-, se fueron multiplicando instancias deliberativas para tratar de asegurar una mejor funcionalidad de la gestión pública, operando una subjetivación creciente de las relaciones políticas y el reconocimiento creciente de modulaciones de la ciudadanía que acreditan derechos frente al Estado.
Una analítica de las políticas públicas entonces, sin inhabilitar otras modalidades de tratamiento de la cuestión, debería contemplar: la definición de los objetivos; de los instrumentos –su adecuación, eficacia, efectos secundarios previsibles, etc.-; en sus efectos prácticos –evaluados respecto de los objetivos propuestos y más allá de ellos. 
Desde esa perspectiva, qué efectos generales, podrían interrogarse:
1)       efectos inerciales: cada política y cada instrumentación implementada, tiende a generar efectos de inercia, esto es, genera resistencia a su modificación tanto entre quienes la aplican como entre sus receptores lo que termina por aparecer como resistencia a modificar los objetivos a que está ligada.
2)       efectos de representación: cada instrumentación es también productora de una representación específica de su objeto que reposa sobre una grilla de descripción de lo social y sobre una categorización / evaluación de la situación abordada (por ejemplo la representación de una población objeto como vulnerable)
3)       efectos de identidad profesional: interrogaciones dirigidas a examinar de qué modo los instrumentos técnicos profesionales encuentran acogida y cómo, en formas de gobierno que los exceden? Qué juegos de habilitación o desactivación suscitan en torno a la libertad de acción de sus blancos? En el marco de qué racionalidad política se acoplan? Posibilitan la emergencia de un repertorio de derechos de los gobernados o más bien la inhiben? 
4)       los sistemas explicativos subyacentes: cada política y su instrumentación suponen la definición –explícita o implícita- de un problema particular a la que es asignada en la medida en que la subtiende un sistema explicativo habitualmente implícito esto es, explicitado en el mejor de los casos independientemente.

En El Nacimiento de la Clínica, Foucault señala que la relación que se genera entre saber y sufrimiento es un vínculo fantástico y subraya que interrogar en que consiste la clínica hoy, ese cruce singular entre régimen de visibilidad y de decibilidad que está dejando de ser y el nuevo que se está formando implica hacer la arqueología de ese vínculo.
En esa huella es que vamos a comentar algunas cuestiones problematizables en el terreno de las políticas de salud mental local. Retomo para esto un trabajo realizado junto a dos colegas Silvia Lampugnani y Hugo Boggie en 2010[3].
Cual es fácticamente el punto de partida del diseño de una política? Una definición técnica de problemas o una ‘demanda social’? Tanto la instancia técnica como un grupo social podrían ser igualmente permeables a incitaciones del mercado pero mientras el cuadro tecnoburocrático podría/debería (y son los únicos con esa posibilidad) tener información poblacional, es decir un punto de vista que contiene el conocimiento de una totalidad, el grupo social tiene un registro parcial de problemas que tiende a absolutizar el requerimiento (una política demanda una jerarquización de problemas en función de la finitud de los recursos de que se dispone, de la extensión de la afectación del problema y también en términos de cuál es el nivel del problema a alcanzar)
A qué área compete hacerse cargo del problema del que determinada política debe dar cuenta? Esto se presenta regularmente como la cuestión de la definición de fronteras, de los alcances y competencia de cada área y cada política. Una ejecución competente requiere el establecimiento efectivo de circuitos de conexión entre áreas de esferas diferentes y la determinación de las dependencias jerárquicas entre ellas, de modo que la responsabilizar efectivamente a cada quién por la parte que le toca en el proceso de trabajo. Hemos podido relevar de las manifestaciones de diferentes agentes de dependencias municipales de salud que la tendencia persistente a la generación de instancias de discusión no resulta en el establecimiento de procesos de trabajo estables, fijados. La consecuencia es que frente a diversas situaciones, especialmente las más complejas y críticas, el procedimiento de respuesta se desarrolla teniendo que gestionar para cada caso, cada vez el recorrido a seguir y generando una situación altamente riesgosa para usuarios y trabajadores que consiste en: todos son responsables en general pero ninguno en particular. Como hemos señalado en el Informe referido no se ha establecido para el caso de la Salud Mental Municipal, ni un proceso de trabajo ni por tanto un proceso de atención. Alcanza para poner en evidencia este problema la intemporal disputa sobre ‘guardia en salud mental’ o sobre la disponibilidad de ‘camas en hospitales de segundo nivel’, por mencionar sólo los más referidos.
Lo que caracterizamos como ‘problemas de fronteras’ se platea también en relación a la inespecificidad del objeto de intervención.  Encontramos allí en la política tanto municipal como provincial, pero también en la nueva ley nacional de Salud Mental dos vertientes contrapuestas coexistentes en simultáneo:
1.- en primer término la existencia de áreas organizadas según la lógica de la especialización (tanto en la formación académica como en el diseño administrativo del Estado en sus diferentes niveles existen dependencias diferenciadas tanto jerárquica como funcionalmente, los nombramientos se hacen según un requerimiento de especialización –incluso especializado en la generalidad-)
2.- en segundo término se afirma y se requiere de los agentes en su trabajo respuestas abarcativas a los problemas planteados por la población (en algunos casos presentados como problemas ‘de salud’ en general otras como cuestiones de ciudadanía /bienestar / inclusión/ etc.)
Qué consecuencias acarrea esta tensión? Que cada agente configura, entiende, aborda la cuestión que se le presenta según el habitus específico y por tanto elabora hipótesis y genera instrumentos de intervención según ese habitus. El sentido de la existencia de una instancia política general integradora de la información es justamente generar la jerarquización causal de los problemas.
Más allá de los niveles de desmantelamiento/ del Estado y del fracaso de su reforma, a la que se asistió en décadas pasadas, más allá de los límites constatados a las formas conocidas de gobierno, quienes problematizan la acción pública, pusieron en evidencia la emergencia de un nuevo paradigma, el de una gubernamentalidad negociada caracterizada ya sea por la renovación de los instrumentos ya sea por el desarrollo de recetas “despolitizadas” adquiridas al calor del ‘nuevo modelo del gerenciamiento público’.  Esta exposición se orienta a subrayar la necesidad de la reconstrucción de una modalidad de gobierno repolitizada y una forma de Estado asociada que recupere la centralización de la lectura y definición de los problemas y la decisión sobre los modos de intervención haciéndose cargo de la responsabilidad por las decisiones y la ejecución de la política. 





[1] Weber M.; Ensayos de metodología sociológica; Bs.As., Amorrortu, 1984.
[2] Decimos correcto según sería determinable a partir de la perspectiva de alguno de los criterios de problematización mencionados con anterioridad, entre otros muchos que no hemos mencionado.
[3] INFORME: DIRECCIÓN DE SALUD MENTAL – ANÁLISIS INSTITUCIONAL SOBRE PROCESO DE TRABAJO Y PROCESO DE ATENCIÓN; 2010– Sec. de Extensión – Fac. de Psicología- autores: Silvia Lampugnani; Hugo Boggio; Marisa Germain.

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