Antes de darle la bienvenida al historiador Javier Trímboli,
queremos editorializar algo de lo que hemos venido pensando para la
organización de estas Jornadas. Detenernos brevemente para tomar nota de cierto
recorrido, historizar un poco, aprovechando el especial oído de quien nos
acompaña.
Cuando se continúa una serie, una numeración que avanza,
puede llegar a ocurrir que los lugares se cristalicen, que ya no abunden las
sorpresas, y que se le dé continuidad a algo, simplemente para no romper esa
serie, para no dejar un hueco. En parte, esta pregunta interpela algo del
deseo, justamente, uno de los operadores que nos permite pensar la articulación
o no, entre el psicoanálisis y las políticas públicas.
En el año 2011 dimos inicio a las primeras Jornadas. Al
releer las editoriales de aquella época, se aprecia fácilmente que lo que allí
orientaba, eran preguntas y señalamientos respecto a las tensiones entre el
psicoanálisis y la política, siendo que muy poco se hablaba de ello en esta
facultad. Los términos psicoanálisis, salud y políticas públicas surgieron de
la intuición de que cierta configuración de una red, nos permitiría abordar de
una manera interesante algunos entrecruzamientos de problemas, procurando no
aplastar los distintos campos del saber, y resguardando un espacio donde poner
a jugar esas tensiones.
En las II Jornadas, del año 2012, la Masotta incursionaba en
otras prácticas... hacía un tiempo que trabajábamos en la escuela de Tablada,
así como en otras experiencias. Y en la editorial de presentación, lo que
quedaba subrayado era la pregunta por la Historia. Justamente, era el año en el
que habíamos proyectado los espacios de investigación sobre el psicoanálisis en
Argentina, y particularmente en Rosario, a través del inicio de un documental
audiovisual. Aquellas Jornadas serán inolvidables, porque en ellas contamos con
la presencia de Ricardo Rodriguez Ponte, recientemente fallecido, una persona a
la que le debemos mucho, un tipo brillante y de una generosidad absoluta.
Las III Jornadas, las del año pasado, tienen una editorial
tensada por varios asuntos. En cierta medida hay un planteo generacional,
respecto al abordaje de diversas prácticas que no habíamos investido en la
formación universitaria. Un esfuerzo por situar qué del psicoanálisis
alojábamos en ellas, pero a la vez subrayando que desde el lugar en el que
estábamos parados, no valía ubicar toda la novedad en aquellas prácticas, sino
que para nosotros, toda la teoría psicoanalítica poseía ese estatuto de
novedad, en la medida en que queríamos sustraernos de recalentar el guiso del
saber establecido, como decía Rodriguez Ponte, y tratar de tener un
posicionamiento activo frente a las diversas lecturas, restituyéndoles a éstas
el contexto de discusión que les era intrínseco.
De estos asuntos trabajados en las Jornadas, proviene la
matriz conceptual que organizó nuestro proyecto de Plan de Estudios presentado
este año. El eje de la Historia, pensada no desde una perspectiva lineal o
evolutiva, sino en tanto ésta implica un tejido de herencias y cortes en los
que se anudan y cobran su materialidad los conceptos. La separación entre
psicoanálisis y psicología, intentando reinstalar esa ínter-locución a partir
de la cual podemos situar lo que se constituye como específico de cada discurso.
Los otros ejes comprendían la cuestión de la práctica, las políticas públicas,
la ética y la legalidad, la teoría social, la criminología critica, la teoría
psiquiátrica, teorías del lenguaje, instituciones, biología humana... Otro
operador que no estaba ausente, también en forma transversal, era el de los
Derechos Humanos, lo que forma el piso político y jurídico desde el cual es
posible pensar las condiciones mínimas para la emergencia de todo sujeto y la
concreción de una práctica posible.
Una buena síntesis sería que con estos señalamientos procurábamos
una modalidad donde la teoría no se degrade en teoricismo, la practica en
técnica, y la historia en historiografía. La pregunta por la formación nos
interpela, abre una dimensión del tiempo, ¿hacia atrás? ¿hacia adelante? Si no
estamos aferrados a la idea de progreso conviene conservar estas dos
direcciones seguramente. Además, se hace evidente que esto excede el espacio de
la facultad. Aunque algún día nos vaya bien con esto de querer modificar el plan
de estudio, entendemos que precisamos también de otros lugares para la
constitución de colectivos que disputen fundamentos para sus prácticas, en
función de proyectos.
Quizá no sea tan aventurado anticipar que el tema más
importante de estas Jornadas tal vez tenga que ver con esto, con reposicionar
la palabra proyecto y contagiarnos un poco. En redes, con otros, construyendo
nuevos espacios, artesanalmente, no sabemos, pero pescamos que por allí se
orienta algo del deseo que nos convoca a juntarnos bajo éstos términos,
Psicoanálisis, Salud y Políticas Públicas, una vez más.
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