jueves, 28 de febrero de 2013

Primeras jornadas de Psicoanálisis, salud y políticas públicas (2011). Panel: el psicoanálisis en la universidad. Interviene: Wanda Donato





Bueno, buenos días, yo había pensado algunas cosas que traje para comentar.  Algunas tienen que ver con lo que se viene planteando y otras van en distinta dirección.
               Empecé pensando que el psicoanálisis y la universidad son dos espacios que no se ajustan uno al otro y que consisten en su relación, cuando están en  una tensión conflictiva, que muchas veces es productiva. Es decir que  considero que ese conflicto que genera en todo caso la universidad como edificio, como institución y como discurso universitario, con el psicoanálisis y con los psicoanalistas, es un lugar, un espacio de tensión y de conflicto que puede ser muy interesante y muy productivo.            Por una parte el psicoanálisis sin la universidad, tomando lo que decían mis colegas,  languidece y se coagula en internas institucionales,  pienso que la universidad le abre la cabeza o la boca para tener que discutir un montón de cosas y discutirse a sí mismo.
Por otro lado la universidad sin el psicoanálisis creo que pierde. Pierde la posibilidad de poder pensar  ciertos efectos conceptualizados por el psicoanálisis que pueden ser interesantes no solo en la clínica sino en otros ámbitos. Delinearé alguno de ellos.
          Me parece que  la imposibilidad de los ajustes teóricos absolutos es una de las cuestiones que el psicoanálisis nos aporta para pensar en distintos ámbitos y en distintos lugares y creo que el desajuste está siempre en la bisagra de las transformaciones. Por eso frente a la idea, muchas veces muy presente en las neurociencias y en un montón psicologías, la idea de la armonía, de lo que hay que armonizar, me parece que el psicoanálisis al ponernos a pensar los desajustes abre un espacio muy potente para la transformación. El surgimiento de cada sujeto, como por ahí decía Carlos, en su mítico origen en todo caso, que siempre es a partir del otro, en el mundo, me parece que el desprenderse de ese sujeto genera estos espacios, estas faltas que van a dar un lugar a las posibles transformaciones.
Voy ahora a un poquito de historia más local, una historia más acá que nos ayude a considerar los desajustes del Psicoanálisis hoy en la faculta de psicología. No sé si son más jóvenes o menos jóvenes ustedes, pero en mi caso cuando terminé mi escuela secundaria estábamos en plena dictadura y tengo el agrado de haber hecho cuatro años de licenciatura en física. Entonces, durante la dictadura estuve con esto de la física, y es en el momento en que vuelve la democracia  que ingreso a la facultad de psicología (soporté un año con la carrera organizada por la dictadura). Con esto digo, ya que  voy a traer un relato en cierto modo testimonial, generalmente me ocurre algo raro: escucho hablar de la historia del psicoanálisis y siempre hablan de una historia más allá, lejana, que no me incluye. Hoy voy a hablar de la historia más acá. Qué pasó después del retorno de la democracia y qué cosas fueron sucediendo en esos primeros años, porque me parece importante para ver ciertos problemas actuales del psicoanálisis en nuestra universidad y de ciertas necesidades que tenemos de repensar los lugares del psicoanálisis en ella.
En el momento en que retorna la democracia,  que el psicoanálisis y que Lacan volvieran  o entraran en la universidad era una reivindicación.
En la facultad de psicología de acá, de Rosario. el psicoanálisis que había previamente, era un psicoanálisis muy raro. Se hablaba mucho de Jung, cuestiones cómo les diría... embromadas, una versión oscura y trastornada. Ocurre que la gente que daba clases había entrado con la dictadura y en algunos casos habían delatado a colegas. Una primera anécdota que recuerdo, donde además estaba muy claro el psicoanálisis que se planteaba,  es de  un profesor que hablaba de los pacientes del psicoanálisis como clientes. Da a pensar esta forma de nombrar; aunque en realidad  después con el tiempo, volví a considerarlo ya que  a veces me parece que efectivamente en algunos casos  los pacientes terminan siendo clientes. ¡Digamos las cosas como son!
De cualquier manera no me parece que sea justamente esa la manera más interesante o el lugar en que prefiero pensar el psicoanálisis. Más bien era una forma de eludir su especificidad considerándolo un objeto más de consumo.
 El psicoanálisis estaba planteado  para justificar las perversiones de la dictadura,  y  era perverso el psicoanálisis que había en la facultad en ese momento. Además se hablaba de algunas otras escuelas de psicología,  Gestalt por ejemplo. No había tampoco gran cosa, por lo menos en el momento en que yo ingreso.
A partir de ahí, una de las cosas que los estudiantes que ingresábamos  y empezábamos a participar, exigíamos, era justamente  la inclusión dentro de la facultad de otras formas de pensar el psicoanálisis y una de las reivindicaciones mas fuertes era poder leer a Lacan, cosa que estaba totalmente por fuera de la institución y que se  cultivaba en los grupos de estudio.
Además había una necesidad de cambiar el programa de estudio para que se pudiera expulsar esos docentes que eran los docentes de la dictadura y que eran los que sostenían ese tipo de contenidos ideológicamente nefastos dentro de la facultad.
Había tipos como  Pangia que había sido colaborador de los servicios y que era docente de una de las cátedras.  Alguien que sabíamos positivamente  había señalado a gente para que la fueran a chupar. O sea que había gente muy pesada.
 Herrou Aragón, otro docente. Me acuerdo que hablaba de una máquina para excitar a las mujeres a distancia y la publicitaba mediante el diario La Capital. Este tipo de cosas se decían en la facultad de psicología.
En ese contexto además los psicoanalistas… Ni los psicoanalistas ni el psicoanálisis eran algo pensable en la política pública. No estaban en los centros de salud, no estaban en los hospitales, no estaban en ninguno de esos sitios. Fue a partir de ese tiempo que se empiezan a construir los espacios del psicoanálisis en lo público.
Después quisiera, si no me olvido, hacer una referencia, ya que estuve en el inicio de estas jornadas y tengo algunos comentarios sobre esto de las políticas públicas.
Entonces decía, en este contexto es que se hacía imprescindible un nuevo plan de estudio.
Dos planes estaban en juego en ese momento, uno lo había hecho Alberto Ascolani, alguien que ahora ya no está como docente en la facultad. Su plan era más abierto con más elecciones por parte de los estudiantes sobre su recorrido curricular. El otro proyecto lo había hecho Ovide Menin. Esos eran los dos planes posibles y esto estaba regulado por una interna de los radicales de franja morada que disputaban  poder a través de cuál de los dos el se instituía.
Si bien se discutían cuestiones de fundamentos había cuestiones de poder efectivo que se jugaban en la decisión de qué plan era el que quedaba en la facultad.  Quedó el de Ovide Menin.
 Junto con otros compañeros trabajamos en que los alumnos que ya estaban en la carrera pudieran pasar al nuevo plan y crear los puentes para su implementación.
Aquel nuevo plan, que es el que todavía existe, no convencía a nadie y, me parece muy sintomático, que pasaron un montón de años y en la facultad de psicología de Rosario nunca se pudo cambiar ese plan. Se hicieron multitud de reuniones y nunca hubo manera. También es cierto que el plan en sí fue ocupado según los docentes que se hacían cargo. Una cosa era el plan de estudio como estaba pensado y otra cosa eran concretamente los contenidos que se iban incorporando.  Esto último tenía que ver con los docentes que habían quedado afuera de la facultad y volvían a entrar; qué formación traían, dónde habían estado en esos tiempos.
                     Fueron muchos los tiempos de los grupos de estudio y de como decía Carlos, de encierro. Volvían otra vez. Algunos tenían miedo de dar clases en la facultad. Les digo ya que recuerdo a alguien que en un momento decía: “¿entrar a la facultad?.... y ¿qué puede pasar?”. Todavía la democracia era enclenque, o sea no sabíamos hasta qué punto esto se iba a sostener. Estaba el miedo que  creo que aún era muy importante en esa época y que después se fue diluyendo pero no dejó de tener efectos. Eso también lo creo,  creo que el miedo aún ahora actúa sin que nos demos cuenta, interrumpiendo la trasmisión entre las distintas generaciones y trasladando fantasmas que se dicen sin querer, muchas veces tratando de acallarlos. Los juicios a los genocidas ayudan a hablar...
Bueno en ese momento ingresan ciertos docentes, muchos eran psicoanalistas, muchos estaban formados, muchos se habían peleado mientras tanto, con distintas instituciones psicoanalíticas de Rosario, entonces entraban portando rencillas de otros lares y uno se preguntaba, ¿y estos por qué miércoles se pelean? Muchos  no entendíamos nada. En mi caso trataba de entender con mis propias mochilas, venía de la licenciatura en física, así tenía que pasar del positivismo y la oscuridad de una primer año en la psicología del proceso, a entender otra lógica absolutamente diferente, otra forma de pensar. Para colmo venían los lacanianos a pedirme  ya que venía de la física (encima también había hecho materias de la licenciatura en matemática) que explicara ciertos manejes de Lacan al respecto. Y a mí eso de los matemas y discúlpenme los lacanianos que gustan de los matemas, a mí me parecía (y me parece) que era una cosa que hacía un poco de ruido. Tal vez  puede ser un instrumento importante para la trasmisión, eso es otra cosa, pero como matematización...
Bueno, les decía ingresa el psicoanálisis con esos despelotes que ya traía,  y que uno de a poco se iba enterando. Se entramaban incluso cuestiones personales, pero uno como estudiante creía poder diferenciar: cuáles eran las diferencias teóricas y cuáles otras cuestiones imaginarias de peleas, hasta que caíamos en la cuenta de nuestras propias transferencias. Ahí fuimos también aggiornándonos con esto de que la transmisión del psicoanálisis tiene mucho que ver con las peleas institucionales. Es sabido que el psicoanálisis y las instituciones psicoanalíticas desde el vamos surgen con conflictos y tal vez no esté mal eso ya que impide su totalización.
Esta historia la traigo porque a lo largo de mi pasaje por la facultad como docente, he escuchado  muchas veces que los estudiantes ahora tienen  un rechazo al psicoanálisis, al revés de aquellas circunstancias de su ingreso. Parece que el psicoanálisis, y el lacaniano en particular, a lo largo de los años se transformó en una especie de discurso hegemónico. En aquella época era el discurso excluido y ahora es el discurso hegemónico. Claro, aquello que en aquel momento para los estudiantes era reivindicativo traer, ahora muchas veces se transforma en lo que tenemos que soportar. Está bien, es interesante que podamos pensar esto pero sobre todo que lo podamos pensar para interrogarnos sobre qué sirve y qué no sirve, qué podemos tomar y qué no debemos tomar y qué cosas son muy importantes reflexionar para renovar la práctica o la praxis. A mí me gusta más la palabra praxis, tiene una raigambre marxista si ustedes quieren y para recuperar aquella época, la práctica teórica de Althusser, en fin.
Bueno, decía, algunos aportes del psicoanálisis, sí me parece imprescindible considerar y esos no son justamente las cuestiones de escuela, al menos no por sí mismas.
Noto que con este rechazo actual al psicoanálisis y a lo lacaniano en nuestra facultad, se les filtra algo muy importante a nuestros estudiantes. Se empieza entonces a decir que el psicoanálisis por ejemplo es algo largo,  que los analistas hablan difícil, que toman pacientes para siempre, cuando en realidad la cuestión de las terapias breves responden claramente a los intereses económicos de las prepagas.  Definir un módulo con un número fijo de sesiones, sirve económicamente. Y poco importa la singularidad del paciente. Por eso justamente a la prepaga no le es económico el psicoanálisis desde esta perspectiva. Entonces hay toda una publicidad de terapias con efectos rápidos. Efectos rápidos que no sabemos muy bien cuáles, porque no sabemos de qué curan o, si sacan sufrimiento, qué sufrimiento es el que sacan y qué es el sufrimiento en última instancia. Es necesario tomar en cuenta el origen de esos saberes.
Quiero decir unas cuantas cosas más.
También se presenta un ataque al psicoanálisis con respecto a la especialización. El psicoanálisis no propone especializaciones y la universidad tiene que atender  terapias que se especialicen en los distintos síntomas (¿?), incluso formar a la gente de esa manera, que es un formación técnica. ¡Se plantea  formar técnicos que se ajusten a la demanda del mercado!
Al contrario, la formación psicoanalítica tiene que ver justamente no solamente con leer a Freud y a Lacan sino leer un montón de otras cosas y poner un montón de otros discursos en circulación y en discusión. Esa es una de sus riquezas. Ustedes me podrán decir que eso es medio enciclopedista o que es la vieja idea humanista de la educación, no sé, tal vez tenga algo de esto, pero me parece que sigue siendo importante que a la gente no se la especialice y que no se la haga técnica sino que se le den instrumentos para pensar y para tener un pensamiento que no naturalice, que interrogue.
Otra cuestión que se confunde es que se entiende el psicoanálisis, y ahí voy entrando en otro tema, como una clínica individual y que tiene que ver con lo individual, de hecho en nuestro plan de estudio se llama psicología individual del sujeto el lugar donde se enseña psicoanálisis. Individual y sujeto hacen ruido ahí mismo, porque son dos conceptos que no tienen la misma raigambre. Lo que pasa es que sí puede suceder, que aplastemos al sujeto a la individualidad, que lo transformemos en individual, pero eso es otro problema.
Poder pensar al sujeto como considera el psicoanálisis al sujeto, es muy potente para pensar la clínica no solamente individual, entre comillas, de consultorio, sino para interrogar muchas prácticas sociales que están al alcance de los psicólogos. Y digo de los psicólogos y no de los psicoanalistas solamente.
Creo que hay efectos políticos y sociales en el voluntarismo de una especie de sujeto de la conciencia, un sujeto de la conciencia que por voluntad podría superar un montón de problemas incluso los problemas sociales. Entonces vamos a los centros de salud y con voluntad y deseando el bien trabajamos enredándonos con demandas faraónicas. Eso me parece que es lo que desgasta a muchos de los jóvenes que en este momento sí ingresan a trabajar en el ámbito de lo público. Si estamos a fuerza de voluntad estamos fritos, porque me parece que no es por ese lado que podemos construir diferencias y me parece que en esto el psicoanálisis tiene cosas interesantes para decir.
Además del concepto de sujeto, es el concepto de cura el que también el psicoanálisis pone en el tapete, al evitar identificar la cura con desear el bien del otro (deseo siempre sospechoso como plantea Freud).
Porque esa es la otra, nosotros podemos ir a trabajar a lo público pensando que sabemos cuál es el bien del otro, cosa que me preocupa sobremanera porque entonces habría como una especie de pedagogización del paciente y de la práctica. Peligroso estar ahí para explicarle al otro cómo tiene que hacer para vivir bien y para ser feliz. Esto trae problemas.  Escuché  en la apertura de estas jornadas (hablaron Lili Baños y Marisa Germain), ciertos planteos que hacía Marisa Germain sobre la política pública. Me gustaría intervenir diferenciando; las políticas públicas no tienen que ser identificadas con políticas del estado. Una cosa es que uno en determinadas coyunturas piense que el estado es importante y tenemos que defenderlo y otra cosa es pensar  totalizar la actuación del estado. Esto lo estoy proponiendo pensar para los que hayan estado. Me pareció weberiana la posición de la política de estado que se estaba planteando con la cual yo no coincido, y ahí creo que entonces el psicoanálisis no tiene nada que hacer. El planteo era que si el Estado baja una política que se tiene que aplicar y tiene los objetivos claros, tiene que esos objetivos transmitírselos claramente a la gente que trabaja ya que ellos son sólo los medios, los instrumentos con los que el Estado va a llegar a obtener esos objetivos.
Por el otro lado, en otro nivel está la evaluación de esos objetivos… Bueno, en esa manera de pensar lo público, con el psicoanálisis ahí metido,  esto pasa,  es donde se empieza a sentir que los psicoanalistas molestamos porque no nos ajustamos a la instrumentación, porque empezamos a hacer preguntas, porque no somos técnicos burócratas que vamos a bajar cierta planificación estatal llevándola adelante acríticamente. Por eso yo digo, ojo, y estamos del mismo lado, no estamos hablando  desde distintos frentes, estoy diciendo, me parece que el Estado en este caso no puede ser pensado como el total controlador de las prácticas comunitarias. Por supuesto,  estoy de acuerdo con que al Estado en este momento hay que nacionalizarlo, no estoy hablando de eso. Estoy hablando de cuando uno va a trabajar a los lugares públicos, cosa que en nuestra facultad se va favoreciendo, gradualmente aumentándose y se presentan estos conflictos entre las políticas de Estado y las dinámicas comunitarias.
Esto es lo que yo les decía; en el año 82, 83 no había psicólogos en lo público, fue todo una lucha que los psicólogos encontraran su lugar o deslugar. El psicoanálisis ingresa allí porque había gente que venía desde la inter-hospitalaria, desde hacía muchos años trabajando en relación al psicoanálisis en lo público.
¿Entonces, el psicoanálisis en lo público exige a un psicoanalista decir “estos son los objetivos”, “este es el bien”?  Decirle a la gente cómo tiene que vivir”? Porque uno puede comprobar que hay un déficit de vivienda, perfecto, tenemos que hacer viviendas, pero ¿Eso significa que sepamos qué viviendas hay que hacerle a determinado grupo de personas? Después les hacen viviendas que son inhabitables, “viste los negros hacen asado con el parquet”, porque a lo mejor no había que hacerlo con parquet, había que preguntarle a esta gente y elaborar con esta gente específica cuál era la casa que se podía construir. Esta es la singularidad del psicoanálisis, la singularidad del psicoanálisis no es individual, la singularidad es una falta en la totalización, es un punto de singularidad.
No es tampoco simplemente el caso por caso opuesto a cualquier planificación; lo singular no implica la imposibilidad de pensar respuestas colectivas, sí la imposibilidad de entender al Estado recubriendo todo lo público. La singularidad advierte el punto de destotalización, y estos puntos de destotalización son los puntos de transformación, son los puntos de los cuales puede emerger el sujeto, el sujeto político también.
Durante bastante tiempo como efecto de la dictadura se pregonaba una disociación del psicoanálisis con la política. Creo que fue defensivo; de una época en que realmente no se podía hablar de política, pasamos a una época donde estaba mal hablar de ella.
 Me acuerdo de ese tiempo. Siendo todavía estudiante de física participaba en terapia de grupo. Los grupos ni les cuento, se volvieron clandestinos, reñidos con el estado de sitio que impide agruparse. Eso es una deuda para mí; el otro día decían que había estado Giunípero hablando de Pichón Riviere. Ojalá pudiera retomar y retomáramos a Pichón, hay que sacarlo de cierta lectura  muy dogmática. Pongamos a trabajar a Pichón, porque además brinda una gran herramienta cuando uno va a trabajar fuera del consultorio. Y no es absolutamente ajeno al psicoanálisis Pichón, será Kleiniano, estará con el Marxismo, todo lo que ustedes quieran, pero lo tenemos que pensar; me alegré mucho de que Giunípero hubiera estado hablando de él. Les he dicho a los estudiantes que a mí me parecía que una de las cosas que logró la dictadura es dificultar  la transmisión, pero no solo la transmisión del psicoanálisis sino la transmisión de las experiencias, la transmisión incluso específicamente de las experiencias políticas.
Entonces esto es lo que me parece que en este momento de nuestro país se está revisando, y más allá de posiciones políticas partidarias, le agradezco profundamente al kirchnerismo esta reactivación de lo político que impacta aún en los modos de pensar el psicoanálisis.
El psicoanálisis con la teoría política, con la filosofía política. Cuestiones que  decía, a veces nosotros pensamos freudianamente: para vivir en sociedad tenemos que renunciar a cierto goce, caca no se puede hacer en cualquier lado ni en cualquier momento, hay que hacerlo en el baño, hay que esperar, hay que aguantar, hay que renunciar a cierto goce para que podamos vivir socialmente, este goce al que renunciamos, el tema es qué pasa con eso, está el malestar en la cultura, pero ¿qué hacemos con eso? Digo esto por lo siguiente, podemos suponer imaginariamente que este goce que nosotros perdemos se acumula en algún lado; lo está acumulando el otro. Entonces viste, son los judíos, los negros, ellos gozan de lo que a mí me sacan, me roban (pongan a los judíos que hacen negocios o a los negros de piel o pongan a quien quieran). El otro goza de lo que a mí me falta, esto que se escucha en la calle, se escucha: “yo trabajo y ellos no trabajan y les dan el plan social”, claro es el Otro que acumula el goce que a mí me falta, que no tengo. Fantasma que el capitalismo actúa, y muy bien. Bueno, frente a esto me parece que son herramientas válidas las que el psicoanálisis nos puede dar para trabajar, por ejemplo ese tipo de ideas.
Bueno, ¿Qué suponemos que está el Otro acumulando, qué goce? ¿Este Otro es tal y constitutivo?, bueno, ya sé que la plusvalía que uno produce alguien se la está guardando pero la plusvalía es otra cosa, tendríamos que ver si estamos hablando de lo mismo, si hay identidad entre el plus de goce y la plusvalía, porque estas son las lecturas rápidas que a veces se hacen del seminario  “De un Otro al otro” de Lacan. En todo caso digo, seguramente la plusvalía se acumula, el tema es que para que nosotros podamos intervenir y podamos ver qué hacemos con eso, no podemos estar sujetos ni a una posición inhibitoria frente a un Otro que nos goza en su acumulación... o al que tenemos que pedirle, porque esta es la otra vertiente, en la cual le tenemos que pedir por favor que nos satisfaga en algo. Esto también tiene que ver con el trabajo que se puede hacer sobre las demandas sociales, porque las demandas sociales a veces trabajan para que todo siga igual. Me acuerdo esa frase que me emociona, esta frase de Evita “donde hay una necesidad hay un derecho”. Me encanta esa frase, pero después, cuando me pongo a pensar, no se qué carajo quiere decir. ¿Por qué? Porque en realidad la necesidad de un hombre no se puede naturalizar. Es complicado muchachos pensar qué es la necesidad, sobre todo porque ciertamente tomados por el lenguaje se transforma en demanda que da consistencia al Otro.
Ahí hay una cantidad de cosas para trabajar, para no despreciar, para trabajar conjuntamente. No se trata de bajar línea de lo que hay que hacer, de lo que se debe hacer, sino de dar lugar a las potencias transformadoras. Había una frase de Ulloa que dice, parafraseo, “trasformar la queja en protesta o que la queja se reciba de protesta” esa es una frase maravillosa porque en realidad justamente….dicen que me calle (se termina mi tiempo de exposición)…
Las demandas las  podemos pensar a veces como un pedido al padre, al Estado en la posición del padre que me tiene que dar, en lugar de generar respuestas autogestivas. No estoy hablando de un anarquismo pavote o un utopismo trasnochado, estoy hablando por ejemplo de la Biblioteca Popular C. C. Vigil;  soy ex alumna y  la época gloriosa de la Vigil  la viví incluso con sus conflictos. Experiencia de cómo en realidad un barrio construyó cultura a troche y moche, pero no pidiéndole al Estado por favor, sino generando sus propias posibilidades, incluyendo a profesionales e intelectuales en el camino de su creación. También es tristemente cierto que el colapso que se produce con el golpe de Estado la derribó mostrando los límites y la dialéctica entre la autogestión y las políticas de Estado.
Obviamente tampoco estoy diciendo que esté mal pedirle al Estado, pero no todo pasa por ahí, no todo pasa por acampar en la plaza 25 de mayo, y esto lo tenemos que elaborar con la gente 

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